mi nombre es Jos...
Mi nombre ya lo dice la cabecera de la hoja. nunca me había atrevido a usar una de estas estúpidas hojas, que yo recuerde. Pero como se verá en esta carta, eso no dice demasiado.
Sé muy poco sobre mi mismo. Soy un hombre sin recuerdos más allá de un año atrás. Por aquel entonces quizás fuese muy feliz, tanto como hace unos días. Sin embargo, tuve un terrible accidente en mi hogar.
Los bomberos nunca le encontraron una explicación satisfactoria, como les gusta llamarlo. Posiblemente, por un escape de gas, mi casa voló por los aires, conmigo en su interior. Cuando la ambulancia llegó creyeron que estaba muerto, pero intentaron reanimarme.
Eso fue bueno, porque volví a la vida, pero sin recuerdo de ningún tipo. Los médicos dicen que el riego sanguíneo de mi cerebro se había interrumpido durante tanto tiempo que las partes donde almacenamos los recuerdos se borraron. me dieron una charla bastante técnica, pero al final conseguí que me explicaran que mi cerebro se había borrado.
Fue un shock bastante grande, pero según pasan las semanas te acostumbras. Es duro, claro, pero volver al hospital cada semana no lo es tanto como el haber perdido todo teléfono, foto o recuerdo de una vida anterior que quizás llevase en otra ciudad o en ningún sitio.
Se acepta y se espera que, antes o después, te llegue una señal de esa vida pasada.
Cerró el libro. Bueno, no era un libro sino más bien un pequeño cuadernillo. Un pequeño cuadernillo de cuero, muy agrietado. Quien sabe cuantas aventuras ha vivido ese librito, escrito a mano sobre hojas extrañamente gruesas.
Si miras su tapa fijamente encontrarás un árbol. Un vistazo a la personalidad del autor te puede llevar a pensar varias cosas.
Puede ser una simple referencia a la complejidad de la vida. Tema irónico para un hombre cuya vida parece simple. Puede ser una seña de amor a la naturaleza, de huida de la civilización. Girado convenientemente puede ser una ilustración imperfecta del cerebro. Dos hemisferios, raiz y ramas, la parte oculta y la visible, lo irracional y lo racional, lo inconsciente y lo consciente.
La hoja se caería, así que le puso la práctica goma con la que se encontraba atado el diario. Lo acarició y suspiró de nuevo.
- Oficial: Bueno, parece que esto lo explica todo ¿no?
- Inspector: ¿Sí?
- O: Hombre, eso creo. No he visto una nota de suicidio más detallada en mucho tiempo.
- I: ¿La has leido bien?
- O: ¡Oh! ¡Vamos!.
- I: ¿Qué? Nos cuenta una historia sobre un accidente cuya veracidad está por demostrar.
- O: En breve nos debería llegar confirmación. Recuerdo un accidente por esa fecha.
- I. Sí, pero no estaría mal saber si es él.
- O: ¿Por qué no iba a ser verdad?
- I: Aunque sea verdad. No detalla nada del suicidio. Solo divaga sobre su pasado.
- O: Pues a mí me parece que razona bastante bien el incidente. Las cartas de suicidio no suelen ser perfectas, ¿recuerdas?
- I: ¿Y cuantas suelen ser falsas?
- O: Bueno...
- I: Hemos visto cartas mejores que estas que no eran más que el resultado de una falsificación.
- O: Pero parece su letra. Eso se puede comprobar facilmente si encontramos algún escrito realmente suyo. Los agentes registrarán esto en busca de uno.
- I: De todas manras, puede ser una carta hecha bajo presión.
- O: Lo dudo. La letra parece firme. Nuestros grafólogos nos lo confirmarán.
- I: A eso me refiero. ¿No es demasiado firme para su contenido?
- O: Vamos, no me estás dejando ningún camino para demostrarte que es real.
- Agente: Señores, tenemos abajo a una mujer que queire subir.
- O: ¿Ves? Lucía.
- I: Lucía...