Una de las mayores reflexiones es todo el tema que atañe a la Convergencia con el Espacio Europeo de Educación Superior y el dichoso término de Calidad.
Hace un tiempo hubo unas Jornadas de Docencia en la EUITIO (muy interesantes y a las que me habría gustado asistir más) en las que unos profesores presentaron ponencias sobre el tema, explicando iniciativas, resultados...
El Director de la Escuela (a quen, aunque no lo parezca, va dirigido el post) nos propuso a los alumnos presentar algo en dichas Jornadas y, aunque por vagancia y falta de tiempo no lo hicimos, algunos teníamos una tesis que defender en base a la experiencia objetiva de nuestra educación.
Ahora tiremos por el tema un poco más informático, aunque os juro que es solo el intento de un símil con el mundo real.
En Programación hay varios paradigmas, cada uno con sus aciertos y sus fallos. Podríamos dividirlos en dos, el Paradigma Imperativo y el Paradigma Declarativo.
En el paradigma imperativo, le dices al ordenador cómo ha de operar. El ordenador no se podrá hacer idea de que va a hacer y simplemente se dedica a ejecutar instrucción a instrucción sin ver ninguna finalidad.
En el paradigma declarativo, lo que le dices al ordenador es lo que debe hacer. El programador no tendrá idea de cómo se va a llevar a cabo esa operación. Lo único que importa es que el resultado sea correcto y se confía en ello.
Por poner un ejemplo cercano al mundo real. Alguien llega, te señala un montón de naipes y pretende que los cuentes.
Con el paradigma imperativo lo que te diría sería: "Coge esas cartas, ve pasándolas de una en una, y por cada una que pases añade uno a un número en tu cabeza (al principio el número es 0). Luego dime el número.".
Con el paradigma declarativo te diría :"Coge esas cartas, cuéntalas y dime el número."
Tú podrías contarlas una a una, hacer dos grupos iguales y contar solo uno de los grupos y multiplicar por dos, medir el ancho de una carta y el ancho total del grupo... Da igual, siempre y cuando digas el número correcto.
Eso, claro está, presupone cierta inteligencia en tí y pueden surgir problemas que el hombre que te manda debe saber afrontar para ayudar.
Pero además, esa ayuda que te proporciona y tu inteligencia te permite seleccionar mejores estrategias, reutilizar conocimientos... En el caso imperativo, como mucho, podrás pasar más rápido las cartas.
¿Qué tal va el símil? ¿Demasiado forzado? ¿No entendeis nada? Bien veamos si puedo ayudar.
Un estudiante desconoce el significado concreto de una asignatura. No sabe qué le va a aportar, qué tiene que ver en ella o qué es lo que tiene que saber. Pero tiene delante unos apuntes. Las instrucciones mágicas para aprobar la asignatura. No es solo por el mero hecho de quitarse una asignatura. Es que si se estudia los apuntes y se los sabe, dado que han sido dados por el profesor, hemos de imaginar que se cumplirán los objetivos de la asignatura, sean cuales fueren.
Así que el estudiante se pone a leer folios y folios de información. Al final se examina y tiene unos resultados que, si son buenos, le llevan a creer que ha cumplido los objetivos.
Lamentablemente la memoria humana es así y los conocimientos que se le quedan al estudiante a los pocos días no llegan mucho más allá de un 20%.
Por otra parte, los conocimientos adquiridos serán solo de esa asignatura y, excepto asignaturas muy básicas, no serán fácilmente reciclables en otras, por lo que la asignatura se parecerá a una caja negra, aislada del exterior y sin relación con las demás ni con el mundo real.
¿Qué? ¿Esto ya va mejor? ¿Alguien se ha reconocido ya? Veo sonrisas... Pues a este punto llegamos algunos cuando nos preguntamos hace tiempo por uno de los grandes problemas de la docencia en este tiempo.
No señores, no hablo de no tener un ordenador con TFT para cada uno, ni una cafetería en el edificio. No hablo del absentismo, del bajo nivel de aprobados, de los malos comportamientos en clase. Hablo de la falta de motivación total para el estudiante.
El problema de ciertas asignaturas no es que te hagan trabajar, pues algunas de las asignaturas más interesantes que me encontré exigía mucho trabajo, sino su incapacidad para motivarte a que hagas lo que tiene que hacer.
Hay muchas causas para esa desmotivación, pero quizás haya manera de agruparlas en un solo grupo muy abstracto. Estudiemos unas causas:
No sirve para nada
Bueno. Asumamos que quienes hacen un Plan de Estudios no son solo vampiros sedientos de juventud. Si una asignatura está es porque tiene algo de interés, aunque en muchos casos es a un nivel que no somos capaces de entender y que se ve ahogado entre todos esos apuntes.Por ejemplo. Cálculo debería ayudar a la capacidad de abstracción de la gente. Debería enseñarte a reutilizar coocimientos, buscar estrategias para resolver problemas y enfrentarte con el mundo abstracto que rodea a un informático.
¿Que enseñan? A hacer límites. En este caso no es que el estudiante no sepa qué ha de aprender. Es que posiblemente el profesor se haya olvidado del objetivo y se quede solo en la sinstrucciones.
Es demasiado difícil
Una asignatura ha de ayudar a cumplir unos objetivos. Si los objetivos son demasiado complicados de cumplir en conjunto, la asignatura ha de dividirse en varias.
Sin embargo, lo que ocurre normalmente es que la cantidad de conocimientos que se desean meter en la cabeza del alumno son demasiados y, si bien cumplen los objetivos, lo hacen de una manera poco optimizada.
En Informática no son pocos los ejemplos de código que cumple un objetivo de manera totalmente ineficiente. El no dar a los alumnos la posibilidad de buscarse sus caminos hará que den la asignatura por imposible (y eso pasa).
No me gusta
Bien, ya dijimos antes que si está ahí es porque algo tiene que ver con lo que estudias, así que si te gusta lo que estudias hemos de suponer que tiene que tener algo que te guste.
Sin embargo, el atarse a un Plan muy estricto te lleva a tener que desechar caminos (que seguramente no sabías que existían) en pro de uno más conocido. Esto puede llevar a saltarse aspectos y objetivos de la asignatura que podrían resultar atractivos a ciertos alumnos.
El Profesor
Esto ni siquiera es una razón válida. Hay miles de fuentes de donde beber sin tener que depender de un profesor.
No obstante, en nuestro sistema educativo se prima eso y muchos estamos acostumbrados a depender de un maestro. Por lo que si el maestro no sabe recorrer el camino nos vemos perdidos.
Quizás sería más interesante que el profesor incidiera en los objetivos, no tanto en el camino.
Para solucionar todo esto, mis compañeros y yo proponíamos una enseñanza basada en objetivos, no en contenidos. Una enseñanza que te diga lo que has de aprender, no cómo. Una enseñanza bajo el Paradigma Declarativo.
Irónicamente, este año los que tuvimos esa idea cogimos una asignatura que a la larga resultaría ser un experimento de esto mismo, hecho que nos permite tener una opinión de primera mano del sistema. Podríamos decir que hemos asistido a un primer experimento de nuestra propuesta.
La asignatura, Programación Declarativa (que ironías tiene el destino), cambió radicalmente este año, a pesar de haber sido elogiada por otros docentes otros años, y el profesor (Director de la Escuela) decidió olvidarse un poco de los contenidos y proponer objetivos a sus alumnos.
No estoy seguro de si el profesor se daba cuenta de todo lo que implicaba el tema que llevó a cabo. No es que dude de su capacidad intelectual, solo es que yo no me habría atrevido a llevarlo a cabo sin pensarlo muy mucho, y él no parecía tener muy claro como seguiría aquello.
Al final el resultado no fue el esperado y preguntó si la asignatura había sido un fracaso, en este post se encuentra mi verdadera opinión (no me valían esas 6 líneas como ves).
La asignatura nos metió en un mundo totalmente nuevo del que nada sabíamos la mayoría. Sin embargo, el profesor no nos guió del todo de la mano y fue dando retazos de un posible camino. El que quisiera tenía a su disposición miles de caminos para avanzar.
A medida que la asignatura avanzó, el profesor nos enseñó nuevos objetivos, nuevos caminos. Poco a poco la cosa comenzó a desmadrarse y los caminos acabaron desconcertando a los alumnos, que pudieron desanimarse.
Un experimento, aunque pueda fallar, nunca es un fracaso y muchas cosas pueden aprenderse de él. Sin duda, la lección principal que pude extraer de la asignatura es que el profesor debe controlar en cierta manera los acontecimientos y guiar más al alumno.
Sí, sé que hace poco propugnaba por una mayor libertad, pero si en una asignatura de pocos alumnos damos demasiados caminos, el alumno puede quedarse en medio de la encrucijada levantando los hombros.
Si en cambio el profesor enseña parte del camino, el alumno puede escoger un camino en detrimento de otros y aun así ver algo de esos otros caminos.
Esta necesidad de supervisión exige bastante trabajo por parte del profesor, pero no menos del que exige a los alumnos la falta del camino guiado y, no tengo duda, todos aprenderán mucho más.
El alumno verá las posibilidades abiertas, las estudiará y luego escogerá la que quiera. Aprenderá lo que quiere y de la manera que el quiera, pero con un leve empujoncito.
El profesor verá a sus alumnos recorrer el camino que antaño hiciera él, reconocerá sus errores y podrá aprender a arreglar los suyos propios.
Bueno, este post se suponía que solo era para dejar clara mi opinión acerca de la asignatura. ¿Ha sido un éxito? No. ¿Ha sido un fracaso? No. Ha sido un experimento fallido, pero eso en Ciencia es incluso más valioso que un experimento acertado.