viernes, febrero 25, 2005

Miedos y Fobias

¿A qué le tiene miedo Brenes? ¿A las mujeres? ¿A las hormigas gigantes? ¿A esos pakistaníes disfrazados de esquimales que le persiguen? No, no.

Brenes, para poder trabajar tranquilo, necesita que el mundo siga unas reglas, unas leyes. De este modo, a su alrededor, emundo permanece en calma y puede vigilarlo con menos trabajo.

Esto, antes o después, conlleva a que la rutina se establezca en el mundo Brenes. Es precisamente este ambiente tranquilo el que hecho de menos en los últimos meses (mirar mi último post, en el que puse comentarios). Es decir, Brenes necesita rutina para estar tranquilo.

¿Cual es el mayor miedo entonces? Los cambios. Pero ¿como? ¿No es el mundo un continuo cambio? ¿y no sabes de sobra sabes que son buenos y necesarios? Sí, sí... Sin embargo...

Hoy, cuando llegué a casa, me enteré de que habían tenido que operar a mi perra.
Bien, antes de que nadie se cachondee, la perra es un ser realmente importante en esta casa y, como corresponde a todo científico excéntrico, también en mi vida.

Siempre me había llamado la atención cómo esos seres peludos se podían ganar tanto cariño de sus ingenuos amos.
A lo largo de estos años la he observado y me he ido encariñando, la de Dios, con ella. En mi caso podría decir que me encantaba observar sus "gestos", ademanes, andares y comportamientos. Me encantaba ver una inteligencia bajo un ser que parecía hecho de trapo. Todo un apoyo a las reflexiones sobre la Vida y el universo típicas.

Eso y el afecto que nos demuestra hace que sea una parte realmente necesaria. Así que, por favor, nada de cachondearse.

Pues eso, que llevaba unos días jodida. Pensabamos que era un celo salvajemente fuerte, pero hoy la llevaron al veterinario y le sacaron piedras del tamaño de ciruelas de su vejiga. No son pocas (las tengo en casa sí) y aún me extraña como cabían en su vejiga.

Bueno, solo eran piedras y, aunque su dieta haya cambiado rigurosamente para siempre, no es más que un susto. Pero claro, yo asistí al final, mi madre había asistido a todo el proceso y al principio parecía algo más grave que piedras. Eso me llevó a pensar en la posibilidad y eso me dejo KO.

Y es que ahora, viéndola quieta en el sofá tirada, en una toalla aún manchada de sangre, y sin moverse durante dos horas para nada, me imagino en la posibilidad... me imagino en el terrible cambio que eso habría supuesto en mi vida, y tiemblo.

P.D: Siento estos posts depresivos. Algún día volverá el payaso que soleis llamar Brenes.

martes, febrero 22, 2005

la Carcel II

En anteriores episodios mentales...

De vez en cuando releo mis primeros posts del blog. Es algo que me gustaba hacer cuando llevaba un diario y es algo que me gusta hacer ahora.
Me gusta ver como pensaba hace meses y me hae pensar.

Pero entonces llegué a un post que podría haber puesto ayer mismo. Hablaba de mi preocupación acerca de que mi subconsciente se adueñe de mi vida y me haga alejarme del mundo real aún más.

Hoy hablaría de como me vi sumergido los últimos meses en el subconsciente total, saliendo a respirar en muy contadas excepciones.

A finales de año las energías me abandonaron. Sencillamente no podía más. No sé muy bien que sería pero el mundo tan solo pasaba a mi alrededor.

Quedaba con amigos, pero no era como antes. Yo estaba allí pero en realidad no. No digo que no me divirtiera, es estúpido negarlo, pero simplemente... no. diría que las conversaciones se volvían mas llanas y normales, pero mi memoria me impide asegurarlo y puede ser otra treta de mi subconsciente.

Iba a clase, atendía, aprendía, trabajaba, hablaba con gente, pero... tampoco. Empecé a hablar con más gente sí, pero poco a poco sentí que cada vez me esforzaba menos. no por hablar con ellos, sino por seguir siendo yo. Es fácil recurrir a bromas fáciles para salir del paso, pero a la larga ¿para qué?

Quizás todo sea una ilusión. Quizás comenzaba a manejar demasiadas cosas con mis manos, más que en otras ocasiones, y no podía dedicarme a ellas con la misma intensidad. Quizás mi cerebro trabajaba al máximo pero en demasiadas áreas.

Posiblemente ( es curioso, eso lo escribo por verguenza, porque sé que es cierto...) haya dejado tirados muchas cosas, proyectos y personas. ¿Y que hago? Soy un tenista al que le ponen enfrente una de esas locas máquinas de tenis.
Dios, no debería dar excusas. Lo hice y lo siento. Pero lo peor y que más siento es que ni siquiera puedo prometer que no siga pasando. Pero no sabéis lo que me duele.

En la última semana he notado una ligera mejoría tras lo exámenes, pero esto viene de lejos. Dios, espero leer esto dentro de 8 meses y decir que me equivocaba.

Amigo, por fin he hecho mind-writing, me ha salido. Pero ¿porqué ahora me siento tan mal? Como decia Byrrell en los primeros comentarios, quizás algunas puertas no deban abrirse.

P.D: No puedo dejar de pensar que hace unos 50 días escribía diciendo lo bueno que había sido el año. Imagino que las fechas me influyeron para ver solo lo positivo y "Dios sabe qúe" me ha influenciado hoy para lo otro. Sin embargo, estoy de acuerdo con los dos. A y no A.

domingo, febrero 20, 2005

A Short Short Time Ago...

No sé cuando empieza la historia, así que mejor empiezo por el principio, Octubre.

Como algunos sabéis soy becario en la Facultad. A priori era una buena manera de ganar algún dinero (poco, la verdad) y tener tiempo libre en que preparar este mi "último" año de carrera.

De ntre todos los becarios solo uno me resulta conocido, V. V tiene que hacer su PFC y piensa que la becaría le dará tiempo para prepararlo en condiciones. Algo como yo pero con proyectos importantes.

Cual es mi/nuestra sorpresa cuando, debido más que nada al traslado de edificio, el tiempo libre comienza a escasear. El trabajo se amontona y mi conciencia y yo elegimos hacer nuestra becaría en el edificio que más trabajo parece concentrar, el Valdés Salas. V me acompaña en la decisión.

En poco tiempo conocemos a los becarios del turno 1, de lo más trabajador que conozco. Nos hacemos con su más que lógica costumbre de mandar correos para comunciar las tareas acabadas y lo que queda por hacer.

El turno 3 es algo más peculiar. Los primeros días tardan en venir (porque se reunen todos en el otro edificio, no porque llegen tarde) y se sortean quienes vienen al edificio del rtabajo y quienes se quedan en el otro.

A principios de Octubre V recibe una queja de su director de Proyecto de Fin de Carrera ya que los becarios, por la tarde, no le ponen el portatil. V avisa a los becarios.
La situación continua igual, V vuelve a llamar la atención y los becarios del Turno 3 comienzan a llegar más tarde. Más o menos de la que nos vamos nosotros.

Todo se arregla y pasa el tiempo. El turno 1 y el 2 continuan con su costumbre de mandar correos. Además, dado que los "jefes" están por la mañana la mayoría de las veces, es cuando mandan a las cosas, por lo que el trabajo llega en emnor cantidad para los de la tarde.
Eso, claro está, no implica que el grupo de la tarde sea un nido de holgazanes.

Entonces empiezan a llegar quejas. Delegación recibe quejas de los becarios de la tarde, cuya voluntad para ayudar es nula y que se dedican a ver películas o jugar al Counter Strike.
Delegación, a la que pertenezco, se queja a Dirección. La situación más ridícula se produce, un becario se queja de los becarios.

Finales de Noviembre, llega un nuevo becario a nuestro turno, A (¿o fue a finales de octubre?). Las Navidades se acercan y los turnos del otro edificio comienzan a planear sus vacaciones y a preguntar las horas a hacer.
La respuesta tarda en llegar, con las consiguientes quejas. Al final se reparten los turnos. Algunos hacen 5 días, otros 4 y otros 3. Yo hago 5, V hace 4. No me quejo, falté una semana.

La semana que yo falto, puente de la Constitución, no tenemos puente y los "jefes" deciden mover bastantes cosas. Una carga extra de trabajo que no es del todo bien recibida, sobre todo el trabajo del Lunes.

Y poco a poco llegamos a Febrero. Todo parece normal, todo es cotidiano. El grupo 1 trabaja, nosotros procuramos terminar y el turno 3 remata lo que quede por hacer, dejando para el turno 4 lo que no le de tiempo y las órdenes que aparecen a media tarde.

De repente, llega lo que parece ser el causante de todo. Un correo del "jefe" asegura que en febrero no podremos trabajar menos, vendremos todos los días (excepto si tenemos examen, claro) porque habrá trabajo. Sin embargo, da permiso para agrupar turnos.
Parece ser que este mensaje se malinterpreta. Los turnos 3 y 4 lo hacen y vienen 6 horas cada dos dias, en lugar de 4 horas cada día.

El "jefe" se entera y se cabrea. Promete compensaciones para los turnos 1 y 2 y obliga a los otros a irdos horas por la mañana como castigo, para recuperar las horas que han hecho de menos (es curioso, debían estar en el otro edificio, porque sino no lo hicieron).
Un becario del turno 2 del edificio menos trabajoso dice quele da igual lo que hagan los demás. V contesta que se nota que en el otro edificio hay poco trabajo, porque "2 horas menos implican más trabajo para los del día siguiente".
Un becario del turno 3 contesta picado a ese mensaje preguntando porqué y yo trato de explicárselo (una persona trabajando 6 horas no rinde tanto como 2 trabajando 4, la hora en común hay el doble de personas...), pero me responden que nos les venda la moto de que soy un becario explotado.
No entiendo nada, se lo digo. V habla con él y todo, parece ser, se arregla. Sin embargo aparecen mensajes extraños en los messengers de becarios: "Hay un cancer en becaría", "habrá guerra en becaría"...

Tras unos correos fuertes la calma vuelve a becaría. Pero un día las carpetas de la gente del turno 1 aparecen cambiadas. Sus nombres incluyen adjetivos despectivos, como es el caso de "J el currante" al que el propio J respondió poniendo como fondo de pantalla del ordenador el cartel de "El Currante" de Pajares.

Y llegamos a hoy. V entra en el messenger y me dice que me voy a reir. Ayer se encontró a un becario del turno 4 y, desde el fondo de un pozo de alcohol, le confesó que los becarios de dicho turno nos odian, a V y a mi, además de J y D, del turno 1.

Esto me ha hecho un 5% más feliz. Siempre he sido un incosciente y me importa una mierda caerle mal a alguien, si yo tengo la conciencia tranquila.
Al parecer son nuestros correos lo que le molestan, me da igual porque pienso seguir mandándolos y, aunque V piensa ir a hablar con ellos, yo no pienso mover un dedo. Faltaría más. No me creo mejor que ellos, pero tampoco peor.

He acabado y sigo sin conocer la razón de todo. Pero ahora me da igual. Seguiré haciendo mi trabajo como dicte mi conciencia.

Febrero - - Sueños de Caballeros

El Barón había sido tiempo atrás un Caballero. Esta es la triste historia de un hombre que muere por culpa de defender sus ideales. ¿Y qué es mejor? ¿Morir defendiéndolos? ¿O vivir enseñándolos a otros?

Como ya se ha dicho, el Barón logró construir su ciudad, el reflejo de sus ideales y sueños, de la manera más perfecta que puede hacerlo todo hombre, fiel a si mismo.
Pero, como a todo Caballero, le tocó enfrentarse a esa fígura que se opone a todos y toma mil formas. A su manera venció. Su ciudad no fue destruida, sus sueños siguieron intactos, pero muy pronto su ciudad se vió rodeado de fuerzas enemigas. A su manera perdió.

Fue aquí la primera vez que el joven Caballero, aún no Barón, tomó su primera decisión. La Bifurcación estaba delante suyo y solo debía elegir entre morir con sus sueños, o ver como éstos se derrumbaban mientras él se sentaba en el cómodo asiento de la Cobardía.
Mientras su corazón lloraba, decidió elegir lo segundo.





Los hombres buscaban al Caballero con su mirada. Los cuernos sonaban cada vez más cerca. Era evidente que un ejercito se aproximaba desde las montañas.

La falta de la figura que les inspiraba fé en la lucha hacía a los hombres temblar y solo los más cercanos amigos del caballero tenían el ánimo suficiente como para luchar por sus sueños, incluso aunque él no estuviera, pues eso hacen los amigos, y más en estas situaciones.

Así pues, reagruparon a los soldados más valientes y se prepararon para morir por sus propios sueños.




Los cobardes tienden a justificar sus acciones cobardes convirtiéndolas en algo completamente distinto.
No es extraño, pues, que un acto de cobardía se convierta en un acto de prudencia, de estrategia, o incluso de velada irreverencia.

El caso del Barón, no más Caballero, no es diferente. Su recién título, la destrucción de sus sueños, le llevó a planear una traición desde dentro. Estaba seguro de poder usar los poderes de la figura contra ella misma.

Lamentablemente, con el paso de los meses y los años, esa traición se hacía cada vez más difícil. La comodidad de la cobardía y el riesgo le hacían echarse para atrás con cualquier excusa.

Ahora se había convertido en la herramienta de aquello contra lo que trataba de luchar.





El ejercito del Barón se dejó ver. En lo alto de las colinas observaban a sus presas, arrinconadas en el valle.

Entre los hombres que formaban el ejercito del Barón no se encontraban tan solo aquellos hombres que siempre le habían sido fieles, también estaban los hombres que tan solo obedecían al enémigo del Caballero.

Los hombres del Barón esperaban sus órdenes expectantes. Habían visto como su Señor pasaba de ser el Caballero al que todos apoyaban a ser la marioneta en que se había convertido. Pero su fé les hacía creer que su Señor nunca traicionaría los sueños que una vez todos vieron morir.




Ahora el barón observaba apenado al Caballero y su Ciudad.

Este Caballero no solo estaba en la misma bifurcación que él mismo había caminado tiempo atrás, sino que parecía haber decidido el otro camino.
tan seguro parecía estar de su victoría que partió al combate dejando la mayor parte de sus hombres defendiendo sus sueños, sabiendo que le esperaba su fin.

Durante meses, desde que había sabido los verdaderos planes a ejecutar, no había podido dormir tranquilo. Aquellos que le conocían aseguraban que parecía que alguien le hubiera robado el alma. nada quedaba ya del jovial Barón, que había dado paso a un abatido, triste y mentalmente anciano Barón.

¿Porqué el Caballero se resistía? ¿No estaba claro que el Conde obtendría la victoria al igual que lo había hecho años atrás con él mismo? ¿No estaba claro cual era la decisión racional e inteligente?

En sus sueños se veía a si mismo en su misma posición, luchando desesperadamente, pero con fé. Es por eso que no lograba descansar. ¿Y si...?





Las tropas del barón se quedaron quietas mientras los cuernos reumbaron una vez más y los enemigos de sus sueños se lanzaban contra los pocos spervivientes del Valle. La lucha sería corta. Sin el Caballero de su lado, tan solo la fé de sus amigos se interponía en el camino de la lógica.
El Barón bajó la cabeza. No pensaba intervenir en una carnicería cuyo resultado ya era conocido.

Por eso los gritos de júbilo que venían del Valle le pillaron de improviso. Cuando levantó la cabeza vió un punto saliendo de unos bosques lejanos, su filo brilló a la luz del sol y los enemigos retrodecían a su paso.

El Caballero lo había logrado. El camino que él no pudo tomar tenía un destino real. La decisión fue instantánea. Los cuernos de su ejército volvieron a sonar, los caballos galoparon, por fin abandonaría su cómodo asiento de cobardía. Sus sueños estaban muertos, pero defendería con su vida los Sueños del Caballero.

domingo, febrero 13, 2005

Febrero - - Imaginación y Sabiduría

El Caballero había abandonado el campo de batalla.

Persiguiendo a unos enemigos que se batían en retirada había llegado hasta uno de los bosques cercanos. una vez dentro, sus enemigos parecieron vaporizarse. Ni tan siquiera podía distinguir a sus aliados. Todos aquellos que habíanentrado en el bosque... no estaban dentro.

El Caballero se bajó de su montura. De nada serviría tratar de avanzar si no era por sus propios medios, y aunque no tuviera un fin definido, aunque realmente no quería avanzar, estaba obligado a hacerlo. Solo penetrando hasta el corazón del bosque podría salir de él.

Es ahora cuando llega al claro. El sol le vuelve apegar en los ojos. Por un instante queda cegado, acaba de atravesar la oscuridad más lúgrube que ha pasado desde que logra recordar y encontrarse con tanta luz le hace tambalearse y desconfía de sus sentidos.
Pero sobre todas las cosas, sobre todas sus dudas acerca de sus capacidades, el Caballero sabe algo. El Conde está en ese claro, observándole. Su gesto no es indiferente, pero le observa con la actitud de aquel que sabe los pasos que se van a ejecutar en una pieza de música y conoce de antemano los movimientos de los músicos.

El Caballero avanza cegado hasta que se detiene a pocos pasos de aquel que tenía que encontrar. Sus ojos vuelven a funcionar, sus oidos le informan, su brazo está presto. Todo él se prepara para la batalla más dura de las que jamás haya librado.
El Conde permanece impasible ante él. Pasados unos minutos junta sus manos y sonríe.

Co: ¡Al fin has llegado!

El Conde habla de una manera peculiar. Pone mucho énfasis en su pronunciación y al decir "fin" comienza a moverse de una manera peculiar, con pequeños y cortos pasos alante y atrás y acentuando con su cuerpo las palabras que exhala.

Co: He de confesar que pensaba que al final no te atreverías a venir a mi encuentro. me alegro de que te estuviera subestimando.
Ca: Antes o después debía enfrentarme a tí.

El Caballero desenvaina una espada. El Conde le muestra sus manos desnudas.

Ca: Lo que no entiendo es porque no has lanzado sobre mi ejercito indefenso a tus tropas.
Co: Eso es porque no entiendes nada de lo que está pasando, querido Caballero.

El Conde se da la vuelta y comienza a hablar. Diríase que tan solo repite un discurso largamente ensayado. La presencia del Caballero no importa, tan solo los conceptos.

Una lucha contra un ejército es aquello a lo que tú estas acostumbrado. Son meras luchas alejadas de la concrección, el duelo individual, necesario para que todo hombre llegue alguna vez a considerarse digno de su suerte.
En esas luchas partes con gran ventaja. El uso racional de aquellos que te acompañan te permiten ganar las batallas y a tus enemigos sin prácticamente mancharte de sangre.

El Caballero se sienteconfuso ante aquel hombrecillo que se muestra covnencido de lo que dice.

Esa es la manera en que se lucha.

El Conde se gira repentinamente. Su cara deja entrever un ataque de ira que se convierte en un gesto de seriedad y una pregunta.

¿Si la guerra ha de traerte honor porqué permitir que otros mueran por tu honor?

El Caballero apoya su espada en el suelo. Se siente cansado y necesita un punto de apoyo.

La Guerra no trae honor. Tan solo defiende aquel honor que has construido mediante la Paz o destruye el honor del enemigo.

El Conde esboza una sonrisa. El Caballero no puede defenderse.

Y sin embargo tú mismo has recibido tu título gracias a las batallas y las guerras que has luchado. Reniegas de ellas, pero aceptas sus consecuencias.

El caballero cierra los ojos. Baja su cabeza. Su mentón toca su pecho.
Desde su última batalla cada vez le cuesta más aceptar que todo lo que ha conseguido es gracias a aquello de lo que ahora reniega. Su reino, su título, sus recursos... todo mediante la sangre y el honor de otros seres cuya única culpa era haber estado en medio de su camino.

Ya no...

Una carcajada surca el aire. El Caballero no logra levantar la cabeza.

¿Lo entiendes ahora? Yo no quiero tu honor, pues para mi no tienes. No quiero tu sangre. Eso ya lo quieren muchos otros.

El Caballero levanta la cabeza.

¿Qué quieres pues?

Tus sueños, Caballero.

Ante esta frase el Caballero abrirá por fin sus ojos. Sus manos aferrarán de nuevo la espada, que volverá a cortar el aire.
El Conde no le arrebatará aquello que le costó tanto sacrificio, no solo suyo personal, sino de muchos otros. No podrá arrebatarle su ilusión. No entrará en la Capital.

Ca: Nunca te apropiarás de mis sueños.
Co: De nuevo no entiendes nada... No quiero para nada tus sueños. Son meras aberraciones del intelecto humano, ilusiones que parecen tenerse en pie, pero que no son más reales que muchos otros que yahan sucumbido ante nosotros.

El caballero se volverá a sentir confuso.

Co: No entiendes las implicaciones de tus sueños, tus ilusiones, tu actitud ¿No es cierto?

Del Caballero no saldrá más que el silencio.

Co: Tus sueños no pueden convivir en paz con nuestra filosofía. Lo que tu propones ya ha llegado a otros Caballeros. Si no lo frenamos pondrá en peligro nuestro estilo de vida.

Ca: Pero vosotros condenais a miles de personas debido a vuestras ideas. Son crueles e innecesarias. Antes o después pereceréis.

Co: Hemos sobrevivido mucho tiempo y oido discursos parecidos. Sin embargo nuestra hegemonía sigue patente. Una posición no es mejor que otra Caballero, tan solo sus héroes. ¿Estás dispuesto a llevar sobre tus cargados hombros la responsabilidad de defender esos ideales?

El Caballero dudará mil y una veces después de esta pregunta. nunca volverá a estar seguro de adónde le llevan sus pasos. Pero en el momento responderá.

Ca: Sí.
Co: Habla tu ignorancia... Todo esto causará sufrimiento y victimas por todo el mundo. Yo he visto ese futuro, una tierra fragmentada, construdia sobre los vicios y las comodidades, donde el conocimiento se desprecia y sólo las mentes soñadoras son premiadas.
Ca: Ellas son el futuro.
Co: ¡Ja! Ellas sueñan mientras otros, vituperados y menospreciados, construimos su mundo, su realidad. ¿Qué haréis sin nosotros?

El Caballero empuñará definitivamente su arma. De la nada, el Conde hará aparecer la suya. Allí, en ese claro, el Conde y el Caballero se enfrentarán, la espada del Conocimiento contra la espada de la Abstracción. De ésto el futuro se derivará. O no.

Un rápido movimiento del Caballero se interrumpirá en el aire. Las espadas no se habrán tocado.

Ca: No quieres mi sangre...
Co: Solo tus sueños.
Ca: No me atacarás. No te serviría de nada.
Co: ¿No?
Ca: Mis sueños ya no me pertenecen. Otros los han adoptado.
Co: Si la primera pieza cae, todas caerán. Tus sueños se desplomarán como un castillo de naipes. Lo habremos vuelto a demostrar.
Ca: Mis sueños... Mi ciudad...
Co: ¿Solo allí se encuentran tus sueños?
Ca: Mis Hombres... Mis Amigos...

El caballero huirá del claro. Ni un solo golpe habrá intercambiado con el temido Conde, pero su espíritu habrá recibido más heridas que en las demás batallas. Ahora solo pensará en salvar sus sueños.




De la oscuridad surge entonces una figura que el Caballero no había llegado a ver.

F: Le has dejado ir...
Co: Me ha derrotado... Durante un instante su infantil fe me contagió. ¿Y si él fuera capaz?
F: Nadie puede hacer nada. Simplemente no venciste...

lunes, febrero 07, 2005

Febrero - - A Tired Cavalier

El Caballero avanza, llevado por su valiente y nunca cansado caballo. El tiempo ha pasado desde la última batalla y ya no esta seguro de poder sobrellevar con éxito esta dura prueba a la que el destino le enfrenta una vez tras otra.
Su mirar es triste, su aspecto cansado y su corazón viejo. Si bien aún no ha llegado a la madurez ya se siente un anciano.

Levanta la cabeza y ve lo que tiene ante sí. Se encuentra en un valle. Los bosques le rodean. Su objetivo, como casi siempre, se encuentra al otro lado de la colina. Una nueva cuesta que no hace más que añadir cansacio a sus piernas y dudas a su mente.
Mira hacia atrás y ve a sus hombres. Centenares de personas que le siguen, no solo fieles, sino esperanzados por ver de nuevo su figura cabalgar. ¿Durante cuanto tiempo podrá este viejo caballero sobrellevar esta carga?

Mientras esta duda se resuelve de la única manera que se puede hacer, nuestro caballero sigue su marcha.

Entre sus fieles, dos de sus mejores amigos, presentes en todas las batallas que puede recordar este hombre de flaca memoria, sienten miedo.
Su amigo no atraviesa una buena época. Hace meses que no logra dormir, asediado por pesadillas, inquietudes que son incapaces de traducirse en nada más real que un sueño. Le han visto derrumbarse, falto de energías, mientras trataba de levantarse, rechazando manos ajenas que le ayudaran. Solo en sus manos puede confiar.

Nunca se habían sentido traicionados por la falta de confianza, pues sabían que de nada serviría. Su amigo quería enfrentarse a éso solo. Cuanto mayor era el desafío, cuanto menor eran sus energías, más rechazaba la ayuda.
Durante un tiempo fue la reconstrucción de su reino lo que le ocupó. Sin tiempo para descansar comenzó a ampliar su capital.
Si algo deseaba ardientemente el Caballero era no mostrar las penurias que antiguas guerras habían provocado y asegurarse de que las nuevas no impidieran su crecimiento, no como Caballero, sino como Persona.

Por eso la trágica noticia de la revuelta en los valles de ATliCán agudizó la debacle. Había tratado de huir de ella. Había intentado construir algo sólido. Pero la Guerra volvía a sus puertas.
¿y porqué? Para sus dos amigos todo está bien claro. El poder es demasiado atrayente. No importa que para el Caballero sea su maldición ni que le estuviera absorbiendo la vida, aquel que no tiene poder, lo quiere. ¿pero acaso son ellos testigos fiables?

Nuestro Caballero nos contaría otra historia. Nos hablaría de un Conde, perjudicado por el Caballero, que trataba de vengarse destrozando su obra. Poco le importaba al Conde la vida de su enemigo. Poco le importaba, incluso, su poder.
El único objetivo del Conde era aquello que no se podría reconstruir. No era material, ningún arma podría herirlo y ningún hechizo lo haría palidecer.
El único objetivo eran sus valores. Todo en lo que el Caballero creía corría peligro, mientras no se enfrentara con el Conde.

Así, tras recibir la noticia, el Caballero se debatió entre la seguridad de sus hombres, o la seguridad de aquello en lo que creía. Hasta que primaron sus responsabilidades y su ejercito de nuevo volvió a marchar.
No obstante, su irresponsabilidad le llevó a dejar en su ciudad a la mayoría de sus hombres. Solo unos pocos centenares de valientes atajarían los planes del Conde.

En opinión de sus amigos, esos centenares serían pocos para atajar a los pueblos de ATliCán, famosos por su habilidad para luchar cuerpo a cuerpo en sus tierras. Un pueblo aparentemente inofensivo, que siempre deparaba grandes sorpresas para los invasores.

Pero nada de esto contaba a ojos del Caballero. Antes morir que ver su sueño saqueado de nuevo por aquello que más odia. Antes morir que vivir con la certeza de que las cosas podrían haber ocurrido de otra manera pero él no se atrevió a afrontarlo.

Los dos amigos hablan cuando el ruido les hace callar. Centenares de pájaros vuelan de los árboles de los bosques más cercanos a la cumbre. Los arqueros preparan sus flechas, los soldados desenvainan sus espadas y los caballeros preparan a sus monturas.
El Caballero levanta la cabeza.

De los bosques salen los primeros combatientes. Aún no superan en número el preparado ejército del Caballero.
El choque ocurre pronto y los soldados, alentados por los dos amigos, contraatacan, deshaciéndose de sus enémigos sin dificultades.
La formación se ha roto y los soldados más expertos tratan de contener a los más jóvenes. Es entonces cuando se oyen los cuernos. Atronadores como los caballos de los Dioses, si tuvieran, los bosques comienzan a retumbar mientras de todas direcciones los enemigos rodean al ejército.
El Caballero permanece sentado sobre su montura, observando como la Trampa se cierra.

En un momento llega la tormenta. Los hombres caen por doquier, sinónimos de un pudo ser.
Nuestro Caballero se defiende sin problemas y por fin reacciona. Consigue agrupar a una docena de héroes y comienza la batalla.

Por fin todo terminó. Las bajas han sido mayores de las previstas, pero la amenaza ha sido reducida. El cuerpo sin vida del jefe ATiClanita yace junto a los dos amigos, que le observan ya sin temor.
Los hombres buscan supervivientes, amigos y familiares que poder ayduar, pues en esos momentos todos son de la misma familia.

En la lejanía, unos cuernos anuncian una llegada.

La batalla terminó, ¿dónde está el Caballero?