martes, agosto 31, 2004

Viaje - - Maletas

Durante mi viaje a Sariñena, escribí una serie de posts, reflexiones de mente ociosa. Los dos primeros escritos en el autobús. El resto solo pensados.


Odio hacer las maletas. Creo que es la peor parte del viaje, y la razón es sencilla.

Soy una persona bastante racionalizadora y toda decisión debe ir precedida del consiguiente razonamiento y debe haber unas causas.
Esto está bien cuando hablamos de decisiones importantes. Un debate moral, una teoría... pero no debería ser así si hablamos de una simple y triste maleta.

Esta condición se extiende al resto de mi vida. No me gusta tomar decisiones apuradas, porque siento que algo escapa a mi control, algo que no he tenido en cuenta, lo que provoca, a su vez, que no interactue demasiado bien en tiempo real.

Otra cosecuencia es la dispersión. Si tienes varios proyectos, o ideas, o sombras de ideas, no bien definidas, pero que adivinas en la lejanía, dedicarte solo a una de ellas provoca abandonar las demás, en una elección en la que no sabes cual de las opciones es la mejor.

La otra opción, a la hora de tomar decisiones es que conlleve una acción traumática. Una barrera que no deseamos traspasar, un miedo que no deseamos afrontar o un sello que no se debe romper.
Pero este caso no se presenta en una maleta, ¿verdad? Y, después de todo, en este caso lo normal es que la decisión ya esté tomada, así que n entra en nuestro ámbito.

Mi maleta sigue vacía. No sé que ropa meter. En el desierto lo mismo hace calor que frio, no es tan predecible como parece.
Mi madre me mete prisa y va metiendo cosas en la maleta, así que cojo mis discos, el libro de Inteligencia Artificial, uno de Isaac Asimov y uno de Saramago, por si acaso me aburro de robots.

La maleta ya está hecha. la prisa ha rellenado la maleta, aunque yo no esté tranquilo con ella.

Sin embargo, cuando no sabes reconocer el momento en que debes dejar de pensar, el tiempo cumple el doble papel de enemigo que precipita los acontecimientos y de amigo que te da consejo.

sábado, agosto 28, 2004

La Informática (II)

Bueno. La primera parte no me gustó del todo. Y dejaremos la parte sobre las decisiones de mi vida para otro momento, porque el título es la Informática, y el título manda.

A nadie se le escapa que la informática es una herramienta potente, como ya se dijo. Una Ciencia en sí misma, pero únicamente como herramienta física para las demás. Un escalón más por debajo de las matemáticas, pues no trata de definir el mundo real, sino construir algo nuevo.

Pero las tecnologías no son algo tan revolucionario.
Es cierto que la Televisión nos permitió tener el mundo en casa y el Teléfono pdoer hablar con cualquiera en casi cualquier lugar y momento, pero la Informática va aún más allá.
Lo más revolucionario de la tecnología es el nivel social que pueda llegar a aportar.

A alguien que no se dedique a la física o las matemáticas bien poco le interesarán los métodos numéricos de cálculo de raices de polinomios.
La Ciencia tiene que servir a la sociedad más allá del círculo de sabios que la aman, o pasará como en la Biblioteca de Alejandría, que el pueblo acabará por rechazar (en este caso quemar) aquello que no le aporta nada claro.

Ahí llegamos al nivel sociológico de la Informática, Internet. De nuevo una aplicación tecnológica, inutil en un principio, se ha convertido en algo de suma importancia que cubre al mundo que conocemos con una invisible telaraña.

La televisión nos daba la posibilidad de ver lo que ocurría en otras partes del mundo, pero no eramos más que peces tras un acuario. Nada podíamos devolver a esa fuente de datos y, al fin y al cabo, poco nos acababa aportando.
¿Porqué digo esto? Porque opino que el verdadero aporte se produce en una comunicación bidireccional. Si mi telediario me informa de la actuación de unos seguidores de Monty Python yo no puedo decirle al locutor lo mucho que me gustan. Nadie me escucha.

Sin embargo, Internet crea un nuevo universo, por completo diferente al normal.
Los informáticos (aunque Berners Lee sea físico) han sido capaces de crear un universo superpuesto al conocido, que en realidad no está en ninguna aprte excepto en nuestras cabezas y ordenadores.
Por un momento viajamos a un sitio en el que somos los dueños de todo, donde podemos interactuar con quien queramos, hablar de lo que queramos, un sitio que no tiene consonancia en el nivel real, más allá de unos meros voltajes traducidos como 0's y 1's.

En este sitio no somos nadie, no necesitamos un cuerpo, es el reino de la mente. Lo único que ve esa gente que se halla a Kilometros de distancia es nuestros pensamientos, nuestra personalidad, plasmada en una ventana de Messenger, en una página web o en un blog como éste.
Quizás es lo que más me gusta de Internet. Siempre he dicho que para mantener una amistad no necesito ver a la persona. Incluso me ahce gracia esa gente que piensa que es imposible enamorarse por Internet. Buenas conversaciones, y conversaciones intrascendentes, las he mantenido por Internet, igual que en una mesa con mis amigos.

Obviamente, no digo que Internet vaya a suplir todas las necesidades sociales y no vaya a salir más de casa. Sigue sin tener la frescura y espontaneidad del cara a cara.
Sin embargo, si que la complementa. Te permite saltar más allá de tu grupo de conocidos, de la gente que te rodea, y hablar con alguien sobre el sentido filosófico de la evolución química de las primeras células sin tener que poner un anuncio en el periódico.

Hace poco hablaba con un amigo que me decía que Microsoft lo había jodido todo al sacar el Messenger y cargarse el IRC e impedir así que la gente se relacione en un entorno más abierto.
No lo pongo en duda, pero aquí se vuelve a aplicar el sagrado "El pueblo es necio, que pague su precio". Es de comprender que para la gente es mucho más cómodo un messenger que entrar a un IRC, y que hay gente que considera su cupo social bien cubierto con sus contactos messengerianos.

Sin embargo, dudo que eso vaya a causar que no disfrutemos del apasionante mundo de las mentes diferentes y los conocimientos que, más allá del porno, también logra difundir Internet.

domingo, agosto 22, 2004

La Informática (I)

Soy consciente de que hay gente a la que le puede haber sorprendido (en su momento, o puede que ahora) porqué decidí estudiar informática en su momento, o porqué me gusta este mundo que parece ser una mera estupidez ociosa.

No me parece que deba justificarme ante nadie, sin embargo, el blog de mi amigo alex me ha recordado el tema, y creo que es el que he elegido para hoy.

Bien, hace ya 4 años, estaba en COU. De mis 7 asignaturas me encantaban 3 de ellas. Sin embargo, estudiar matemáticas se me antojaba demasiado... demasiado.
Me quedaban Física y Biología. Pero no quería morirme de hambre. Tengo familiares que llevan 4 años buscando un trabajo de biólogo, sin tener en cuenta el aspecto poco científico de nuestro Paraiso Natural.

Entonces recordé que la Informática siempre me había llamado la atención. Mi innata curiosidad se veía desbordada ante el maravilloso y desconocido mundo de los ordenadores.
Eso sin mencionar la gran cantidad de oportunidades que se me antojaba que tenía este nuevo mundo.

A nadie se le debe escapar el gran componente tecnológico de cualquier laboratorio actual, sin contar con la cantidad de campos en la que un informático preparado podría actuar.
Entonces, siguiendo una intuición, entré corriendo en informática.

El primer año no me arrepentí. Aprendí lo indecible en el primer año en contacto real con el mundo de la informática. Nada sabía sobre la estructura interna de los ordenadores o su maravillosa manera de representarse el mundo.

El segundo año me aleje algo de la informática (solo tres asignaturas) pero por contra me acerqué a la Ciencia, que había dejado de lado el año anterior. Una de las tres asignaturas era la aplicación de la informática a la física, lo cual me congratulaba con la física y, por otro lado, ese año dí clase a mis dos primeras alumnas.
Recordar de nuevo todo lo que se me iba olvidando me hizo recordar lo mucho que las Ciencias me gustaban.

Pero me estoy alejando del tema. La Informática, como decía, no es solo una herramienta para el ocio, aunque esa frívola imagen se tenga a menudo.
La Informática es, actualmente, una herramienta para casi cualquier meta que uno se pueda marcar. Tiene aplicaciones científicas, pedagógicas, de ocio e incluso artísticas. Sé que mucha gente no verá igual de meritorio una buen gráfico 3D, pero eso puede ser porque nunca se han metido a manejar el 3D Studio Max.

La informática democratiza la posibilidad de exteriorizar el lado interior de una persona.

jueves, agosto 19, 2004

Con Filosofía

Dicen que la gente cambia. La gente crece. Ahora mismo una amiga de mi madre me acaba de interrumpir para decirme que había crecido mucho... Sin embargo, yo no lo noto. Yo me siento igual, quizás sea porque estoy conmigo mismo más tiempo. Las diferencias, de modo gradual, no se notan, pero si recordamos el pasado sí te das cuenta.

Pues quizás se trate de eso. Quizás hace 4 años yo no tuviera el menor interés por lo que unos borrachuzos hubieran dicho siglos atrás. Pero puede ser también que no tuviera el estímulo adecuado. O las dos.

Hace una semana cogí de la Biblioteca un libro llamado "La Caverna de Platón y otras delicias filosóficas".
Me gusta pasearme por la sección de Filosofía de la Biblioteca y parecer más culto de lo que soy.

El libro en sí es un compendio de 24 obras filosóficas, pero resumidas hasta el punto de explicar lo que filósofo quería decir.
Sé que a alguno, quizás al que está leyendo esto, le parezca una blasfemia. Lo bonito es leer las obras y sacar tus conclusiones, pero el caso es que no estoy dispuesto a perder meses por hacer algo que puedo hacer en una semana.
No creo que nadie pretenda que hagamos los experimentos de Newton en lugar de leer sus obras de óptica.

A lo largo de este libro me di cuenta de lo mucho que me gustaban los temas que trataban, y me puse a pensar en nuestra malograda asignatura de Filosofía.

Para el que no lo sepa, nuestra asignatura de Filosofía consistía en un profesor con unos folios mecanografiados sentado en su mesa mientras nosotros leiamos como papagayos las palabras de aquellas hojas.
Jamás en esa clase tuvimos nada remotamente parecido a una discusión filosófica o una explicación superficial y las palabras de los filósofos eran meros juegos mentales grises y sin sentido, como una piedra que te señalan de lejos.

El resultado es claro. 30 jóvenes a los que de por sí les habría costado discutir o apreciar esos temas se ven expuestos a la aburrida lectura de decenas de hojas.

Desde mi punto de vista esa asignatura te debería dar unas bases. La Juventud es la época importante y la filosofía te puede ayudar a razonar un poco más acerca de tu futuro. Un profesor que te haga pensar sobre las palabras de Aristoteles o de Hobbes.

Pero eso lo veo ahora. He de reconocer que de aquella la asignatura me resultaba aburrida y estúpida, y si bien algunos temas si que me gustaban, ahora querría haberlo apreciado más.

lunes, agosto 16, 2004

El Universo TUA

Así a lo tonto pasa una semana en la que he hecho tan poco (tan solo estudiar algo y desarrollar algun proyecto) y no se me ha ocurrido seguir con esta loable labor de escribano.

El caso es que no me apetece escribir una profunda reflexion sobre la esencia de la metafísica, así que hoy me dedicaré a narrar uno de los experimentos que puedes hacer dia a dia en el autobús, cuando te ves obligado a usarlo a menudo.

Hace ya su tiempo, subía yo en el autobús, con la preocupación de no quedarme traspuesto y acabar mirando a alguien fijamente. Una de las cosas que suelo hacer, aparte de leer o escuchar música, es quedarme pensando en lo curioso que es el ecosistema del TUA.

Es curioso ver como la gente se transforma en cuanto atraviesa la puerta, para convertirse en un mero atrezzo del autobús cuyo máximo esfuerzo será mover los ojos para leer o los oidos para escuchar.
Es simpático ver la lejanía con que podemos tratar a gente que está a centímetros de nosotros.

En uno de esos pensamiento incluso imaginé a una pareja que estaba sentada espalda contra espalda. No se conocía y obviamente no sabían que eran lo que estaban buscando. Simplemente se levantaban y alejaban para no volver a verse.

Iba yo pensando cuando subió una ruidosa pareja de muchachitas, muy alegres, hablando a gritos lo cual, a ciertas horas, no es nada normal en un autobús. Ahí comenzó el inconsciente experimento.

Día 1:

Las chicas entran y pasan de la zona central donde comódamente me suelo encajar. Durante todo el viaje se les oye hablar, bromear y reirse. No sé donde están, soy demasiado vago para girarme, pero me las imagino divirtiéndose.

Se bajan en una de las paradas más multitudinarias. una de ellas rie con la bboca abierta mientras golpea en el brazo a su amiga.

Día 2:

Al día siguiente, a la misma hora, las chicas vuelven a montar. Igual de ruidosas y alegres que el primer día.

Esta vez se paran en la zona central. Quedan enfrente mio, pero voy ladeado (así aprovecho la inercia del autobús para tener que hacer menos esfuerzo al estar de pie) así que no les veo.

Voy a lo mio. Pensando en que llego tarde, cuando me doy cuenta de algo. las risas se han parado.
Despierto de repente y me doy cuenta de que si ellas ya se han bajado yo me debería haber bajado también. Miro por la ventanilla, pero no hemos llegado aún. Giro mi cabeza y las veo allí, de pie...
Pero ya no rien. Estan serias, mirando al suelo. Giro la cabeza y el resto del autobús parece normal, pero las alegres chicas se han callado.

En el resto del viaje no hablan entre sí ni levantan la cabeza. Me sonrío y me preguntó que les habrá cortado tanto la alegría.

Me miro. No estoy desnudo.

Día 3:

Todo se había olvidado y se había convertido en una nueva entrada en el diaro del TUA cuando, una semana más tarde, vuelven a entrar en el autobús.
Pero esta vez entran calladas y serias.

Me doy cuenta entonces de que hace una semana que no subo a esa hora en autobús. No es la hora a la que suelo quedar con nadie.
Es probable que tengan alguna ocupación diaria a esta hora que las haga subir, un trabajo, por ejemplo. Dado que las dos visten igual, supongo que van a trabajar.

Me sonrio por haber hecho una deducción lógica, mientras las chicas siguien sin hablarse, sin reir y hoy incluso miran en direcciones contrarias. Algo se ha comido la felicidad del primer día.

Cuando bajo del autobús lo comento con mis amigos y uno me aconseja que lo pnoga en este blog. "Quizás algún día" pensé.

Día 4:

Han pasado unos días (o semanas). He pensado varias veces en poner este tema en el blog, pero siempre tengo otras paranoias.

De repente, en su parada y a su hora, sube una de las chicas, sola, con su uniforme. Se queda en medio del autobús y se queda en silencio mirando al suelo. Se convierte en atrezzo de autobús.

Me sonrio y pienso "El ecosistema del TUA, he de poner esto en el blog."

martes, agosto 10, 2004

La Muerte

El enfermo está tumbado en su cama. Tiene la horrible sensación del que sabe que queda poco. No es el pasado, lo que no hizo, lo que le preocupa. Es el futuro, los planes que dejará a medio terminar y las palabras que ya no puede decir.

De repente, algo cambia. Ahora puede abrir los ojos. Se encuentra extrañamente mejor, fuerte, lúcido. Pero al mirar a su alrededor no hay nadie.

La puerta se abre, y una mujer entra por ella. Cierra la puerta, coge una silla y se sienta al lado de la cama sin decir una palabra. Se quita su capuchón negro (el enfermo no se habia fijado en eso) y le mira a los ojos.

M: Buenos Días. Soy la Muerte.
E: ¿La Muerte? ¡Dios Santo! ¡Entonces era verdad! Hay algo más allá... y no supe verlo...
M: No te preocupes ahora por tu futuro después de mí. Aún no estás muerto.
E: ¿No?
M: ¿No puedes hablar? ¿No puedes pensar? ¿No puedes moverte? ¿Cómo podrías hacer eso muerto?
E: No entiendo.
M: Nadie lo hace. Por eso te lo explicaré. - La Muerte se levanta y se mueve repitiendo un discurso ensayado durante décadas - Soy la Muerte. Pero no la Muerte como acto de morir, sino como personaje final de tu vida. Soy la última persona con la que hablarás y razonarás, ahora o en otra ocasión.
E: ¿Otra ocasión?
M: Sí. El mundo no es tan cruel como parece. El ser humano es el único al que su inteligencia le ha conferido una gran libertad. Es libre para tratar de evitar ciertos accidentes de la Naturaleza, por ello se multiplica por todas partes, y la Muerte no es más que otro accidente.
E: ¿Entonces soy libre para elegir vivir o morir?
M: Sí. Ahí es donde entra la Muerte, la trampa de vuestra inteligencia. No podeis evitar coquetear con la duda, y precisamente es eso lo que me crea a mí. El ser que opina que vuestro momento ha llegado, y que lo más sabio es dar paso a nuevas generaciones que renueven el mundo. Darles la oportunidad de controlar su destino, igual que vosotros controlasteis el vuestro.
E: ¿Me vas a convencer de que es mejor morir?
M: No. Te haré recapacitar sobre ello. Lo sé todo, conozco tus inquietudes y juntos las analizaremos. Mis restricciones son que no conozco el futuro y que no te puedo mentir. Esas son las reglas.
E: Pero si es mi elección... puedo elegir no morir, digas lo que digas.
M: No suele pasar.
E: No lo entiendo. ¿Y porque mueren los sabios? ¿Cómo pudo morir Einstein?
M: Estas prejuzgando que lo sabio es no morir. Sin embargo, te diré que Einstein comprendió que aquello que odiaba, la Física Cuántica, parecía ser cierto. Comprendió que su presencia lo único que hacía era entorpecer la Ciencia.
E: Y si sobrevivo puedo contarlo todo.
M: Nunca ha pasado. Si regresan la gente solo logra contar leves referencias a un túnel o un ángel...
E: ¿Se lo prohibis?
M: No. Pero supongo que es algo muy personal ¿no?
E: ¿Y cuando empezamos a discutir?
M: Vaya, pensé que ya llevabamos un tiempo haciéndolo.
E: Pero sobre temas diferentes. ¿Qué tiene que ver esto con mi muerte?
M: Con los años que tienes deberías haber aprendido ya la importancia de los detalles. Lo que parece estar alejado del tema central en ocasiones son túneles que socavan tu muralla y tratan de penetrar en él desde otra perspectiva.
E: Hasta ahora solo me habías hablado de las reglas. Supongo que eso lo haces con todos.
M: La Muerte no es universal. Cada uno tiene la suya. Si no fuera así yo no podría saberlo todo de tí, estarías en ventaja. Te he explicado las reglas como respuesta a tu incansable sed de Verdad. Ahora has respondido a unos interrogantes más, que, al fin y al cabo, es tu aspiración ¿no?
E: Sí. Precisamente por eso no me quiero morir, aún quedan interrogantes.
M: Pero ese es el castigo del filósofo ¿no? "La mayor desgracia del que persigue la Verdad es saber que nunca la podrá alcanzar."
E: "La verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia."
M: "Muchos habrían podido llegar a la sabiduría si no se hubiesen creído ya suficiente sabios."
E: Vaya. Sabes bastantes refranes. Sin embargo yo ya he elegido.
M: Ni siquiera has razonado.
E: ¿Ah no? Quiero seguir respondiendo interrogantes.
M: Sin embargo tú mismo admites que no podrás responderlos todos. ¿Porqué alargar un proceso estéril? ¿Porqué no detener aquí tu vano intento, antes de que te canses y acabes traicionando tan elevado ideal?
E: Detenerme aquí es abandonar mi ideal. No querer dar respuestas a todo.
M: Creeme. Tras esa puerta están todas las respuestas. - En ese instante la puerta de la sala comienza a moverse, pero nada violento, es un movimiento semejante a un latido, que deja ver tras ls puerta una luz -
E: ¿Y de qué me sirven las respuestas si estoy muerto?
M: ¿Y de que te sirven las respuestas si estás vivo? ¿Acaso la sabiduría tiene más objeto que el saber?
E: Una vez que sepas las respuestas tu deber es tratar de enseñarlas.
M: ¿Por eso sigues dando clases como el primer día? La mayoría no quiere saber las respuestas, solo esquivar un suspenso.
E: Pero hay gente que no. Hay gente que arde en deseos de conocer el siguiente escalón.
M: ¿Y les completas? ¿Eres bastante para ellos? Tú, tan sabio como te crees...
E: No he recibido queja alguna.
M: La indiferencia es una queja en sí misma. ¿Cómo puedes decir que transmites verdades si ni el 5% de tus alumnos les dan valor?
E: No recapacitan sobre ello. No es culpa mía, sino del sistema educativo. No puedo perder clases tratando de razonar con ellos.
M: ¿No puedes? Tus manos están atadas por el sistema. Llevas demasiado tiempo en el mar como para tratar de deshacerte de la húmeda prisión. Quizás otros sí que lo lograran.
E: ¿Criticas mi labor?
M: Recuerda que no puedo mentir.
E: ¿Y porqué me iba a fiar? Despues de todo eres la Muerte.
M: Como quieras, pero tu sabes que no miento. A las mentes ancianas les cuesta cambiar su rumbo.
E: No soy anciano.
M: "Ningún hombre sabio quiso nunca ser joven." Jonathan Swift
E: Una frase no es solo verdadera porque la diga un gran hombre. Ellos también se equivocan.
M: Sin embargo siempre los usas. Por lo que veo ellos se equivocan y tu no.
E: Pero no haces más que darme razones para volver. Si estoy equivocado he de arreglar mis errores.
M: Pero ¿lo harás? ¿Acaso nunca habías pensado esto? ¿Acaso no acabas de decir que no puedes hacer nada? Sin embargo nunca has hecho nada por cambiarlo, obsesionado como estabas por tu único fin, saber.Descuidaste todo lo demás.Tus clases siguieron igual, pese a que los tiempos cambiaban. Tu familia se fue alejando. Incluso tu propio hijo, una vez que no podías hacerle creer en tus ideas, se convirtió en otra gris distracción en pos de tu único y verdadero camino, la sabiduría.
E: Eso no es cierto, me seguí esforzando, sigo queriendo a mi hijo. Sigo en contacto con mi familia y amigos. Mi vida no es así.
M: Pero sin embargo eso no significa nada para tí ¿no? Lo único que cuenta es seguir avanzando en los distintos caminos de la sabiduría. No haces esas cosas por los demás. Las haces para ser más sabio.
E: ¿Y hay algo de malO?
M: Nada. Yo te ofrezco la sabiduría. El único camino que te llevará a tu meta. A lo que subyace bajo cada acto, cada elección de tu vida. Está detrás de esa puerta.
E: Pero ¿de que me servirá muerto?
M: ¿Y vivo?

La puerta se cerró. A un lado familiares, amigos y alumnos lloraban desconsolados. Al otro, el cansado profesor lo comprendía todo.

domingo, agosto 08, 2004

Is there anybody out there?

El Dr Blogspot abre la puerte y deja a pasar a W. Riter.

B: Buenos dias W. ¿Qué tal está?
W: Pse... lo normal...
B: ¿Qué te inquieta estos días?
W: Vaya, a eso le llamo ir al grano...
B: Le cobro por horas señor Riter.
W: Cierto. Verá, me he dado cuenta de otro problema. La gente no me entiende.
B: Yo te entiendo.
W: Porque usted hace preguntas. No se queda solo en lo que le cuento. Discurre y conversa sobre ello.
B: Bueno, para eso me paga ¿no?
W: Pero la gente no lo hace.
B: Si la gente lo hiciera gratis, ¿qué haríamos los doctores? Cada mañana me levanto rezando por que el ser humano siga siendo incapaz de preguntar a los demás.
W: Vaya, eso no es muy solidario Doctor.
B: Pero ¿y tú? ¿Preguntas a la gente?
W: Bueno... No sé, supongo que a veces.
B: Es curioso, solo oigo el "no"...
W: En realidad sí. Cuando es un tema en el que puedo hacer algo por ayudar, o que me interesa, procuro enterarme más, si la otra persona quiere, claro.
B: Es decir, solo preguntas cuando el tema te interesa. ¿No importa el interés que le dé la otra persona o que el tema sea nuevo para ti?
W: Bueno... la verdad es que siempre he sido famoso por escuchar pacientemente a los demás.
B: Escuchas pero no te interesas... si una pared tuviera orejas pintadas produciría el mismo efecto que tú. Si no aportas nada lo mismo da hablarte a ti que hablar a tu perra.
W: Pero yo luego, a veces, recapacito sobre el tema tratado.
B: ¿A veces? ¿Solo cuando te interesa? Pero más importante que eso, ¿Comunicas tus conclusiones al que habla?
W: EL tema no vuelve a surgir...
B: Los temas no surgen, los temas son sacados por personas, por miembros del grupo de hablantes, y tú eres uno ¿no?
W: Pero los demás hablantes pueden tener otros temas, no les voy a imponer uno.
B: Los demás hablantes no van a volver a repetirte lo que ya dijeron hasta que tú respondas algo. Vendrías aquí quejándote de tener amigos repetitivos.
W: Pero no estabamos hablando de eso.
B: ¿No? ¿Vas a imponerme otro tema?
W: Yo le pago. Y quiero hablar sobre la incapacidad de los demás para comprender lo que digo.
B: Explíquese. Ponga un ejemplo.
W: Hace poco hablaba con alguno de mis amigos sobre cierta probabilidad, que puede parecer estúpida, pero que yo no veo como tal...
B: ¿Se refiere a su paranoia sobre el destino?
W: Preferiría no usar la palabra "paranoia".
B: Lo siento, argot profesional.
W: Pues eso. Discutí con uno de ellos largo y tendido, hasta que me acusó de usar razonamientos ocultos que quedaban fuera del tema.
B: ¿Era cierto?
W: No. Pero no fui capaz de hacerle ver que no era así. Hubo un momento en que llegué a pensar que él tenía razón, hasta que recordé que yo sé lo que yo pretendía al decir todo eso.
B: Así que su amigo simplemente se lió.
W: El hecho es que yo le dije que bajo esa reflexión había otra más abstracta. Quizás él entendiera que lo que quería discutir en realidad era lo abstracto.
B: ¿Por qué?
W: Sencillamente porque le dije que la discusión se englobaba dentro de la abstracta.
B: Un malentendido.
W: Luego lo discutí con otro y fui incapaz de hacerle comprender que yo no negaba el libre albedrío, simplemente lo ponía en duda.
B: ¿Y bien?
W: La discusión no pudo avanzar más. Parecía que yo fuera un monstruo que fuera a destruir su mundo y él se defendía.
B: Dios... ¿Y esa mierda te preocupa W? Hay muchas conversaciones en las que una parte se atasca, o en la que ambas partes hablan de cosas distintas.
W: Pero han sido muchas ocasiones en las que me ha ocurrido. A lo largo de mi vida mucha gente no me ha comprendido, me ha malentendido, por no indagar más.
B: Bueno, se acaba nuestro tiempo, así que acabaré con mis conclusiones.
W: Diga.
B: En mi opinión a sus amigos no les pasa nada. No son ellos los que se deben esforzar por comprenderte. Para eso ya está el cine de autor. Eres tú el que ha de comunicar sus inquietudes y filosofía de una manera efectiva.
W: No estoy seguro de eso.
B: Vamos. Si usted dice "gato" podemos morir antes de saber que quería decir exactamente. ¿Y cómo sabremos que no debemos seguir preguntando sobre las respuestas?
W: ¿Según usted debo ir con un diván a los bares con mis amigos y contarles mis traumas?
B: No. Debe asegurarse que aquello que quiere decir quede explicado. Si sus amigos reciben una información escasa y plana, no podrán hacer preguntas. Claro que nadie le comprende, porque usted no se explica.
W: Pero puedo convertirme en un pesado.
B: Eso es porque opina que a sus amgios no les interesa el tema. Por eso desecha contarles todas sus paranoias y viene a mi una vez cada semana, más o menos.
W: ...
B: Le contaré un secreto. Cuando me acuesto, rezo porque el ser humano siga siendo incapaz de hablar de las cosas que para él son importantes. Y durante el resto del día rezo para que el ser humano siga sin encontrar la capacidad para comunicarse.

domingo, agosto 01, 2004

¿Podemos?

De pequeño iba yo en el coche con mi tio cuando alguien dijo "no puedes ir por esa calle, está prohibido".
Yo, repelente como era, corregí aquella frase. "No DEBES ir por esa calle, esta prohibido. Pero sí que puede. Puede atropellar a alguien, pero no debe."

Este recuerdo volvió a mí años después por razones desconocidas, así que incluso yo mismo comienzo a dudar de su veracidad. Pero me llevó a pensar un paso más allá.
¿Cómo sabemos que mi inocente tío podría atropellar a alguien a sangre fria? Está bien claro, podría acelerar, girar el volante lo conveniente y producir un golpe contra una persona anónima en un lugar al azar.
Todos esos hechos son perfectamente posibles... pero... ¿podría?
No me refiero a la imposibilidad de que mi tio gire el volante, sino la imposibilidad de que sea capaz de hacerlo.

A estas alturas debo haber perdido el 70% de los lectores ya (es decir, me debe quedar menos de 0,5), así que, de perdidos al rio.

Es un pensamiento bastante científico, si lo pensamos.
En Ciencia solo se acepta aquello de lo que hay pruebas. Se acepta la Relatividad porque hay pruebas. Se acepta la evolución porque hay pruebas y es la versión que mejor las explica.
Por esa razón, la Ciencia no se mete en asuntos tan abstractos como la existencia de un Dios. No hay pruebas definitivas, solo dudas, de su existencia. No se puede seguir el método científico con Dios (es dificil hacer experimentos con ese malandrín). Por lo que no se acepta definitivamente la existencia de Dios, simplemente se deja en el aire y la Ciencia lo ignora.

Volvamos a mi tio, el taxista psicópata, que se lanza a por su siguiente víctima.
Sé que en aquella ocasión no atropelló a nadie. Pero ¿podría haber pasado de otra manera? "Sí, claro", me parece oir a mucha gente decir.
¡Ah osados sabios! ¿Cómo lo podemos saber?

Y aquí es donde el debate trasciende el taxi de mi tio y se convierte en una duda sobre el libre albedrío y el destino.
¿Podría mi tio haber atropellado a alguien o estaba irremediablemente destinado a no sufrir un ataque maniaco-depresivo y acabar con la vida de un transeunte?

Solemos pensar que somos totalmente libres. Eso lo demuestra el hecho de que ahora esté silbando "Don't Let Me Be Misunderstood" en lugar de "Do The Evolution". Yo eligo lo que hacer.
Pero tenemos tantas pruebas de eso como para pensar que ha sido escrito que yo silbaría esta extraña versión de la canción.
Podemos hacer cuantas elucubraciones filosóficas queramos sobre el tema sin movernos un ápice.

Podemos también acercarnos del lado de la Ciencia, en su apartado más filosófico.
Una teoría que nos viene como anillo al dedo es la Física Cuántica (los lectores se reducen en un 99%) con uno de sus más maravillosos apartados.

Según la física cuántica, una partícula subatómica (por ejemplo, un electrón) existe en todos sus estados posibles hasta que recibe una influencia externa que hace que se "decante" por uno de sus estados*.
Eso suele ser demasiado rápido y hacen falta aparatos maravillosos para darse cuenta, por eso no lo vemos.

Esto se extrapola a los cuerpos grandes, aunque en éstos los efectos son mucho menos notables (somos un mogollón de átomos unidos). Ésto nos lleva a una situación en que mi tio está en todos los estados posibles, es decir, pasando de largo, atropellando, frenando... hasta que una influencia externa hace que se decante por pasar de largo.

Nada más fácil dirá la gente. La influencia externa hace que tu tio se decante por pasar de largo. Lo cual sería aceptable, sino fuera porque los "decantes" son puro azar, que solo se rigen por las leyes de la estadística, la más inexacta de todas las ramas de las matemáticas.

Podría parecer que nuestro destino no está escrito. Pero el hecho de que dependa de un azar ajeno a nuestra mano no sé si es muy reconfortante.

* ¿SABIAS QUE... hay un famoso experimento mental, llamado el Gato de Schrodinger, que ejemplifica esto mismo con un gato vivo y muerto a la vez? Otro día te lo explico.