Cuando me hice socio de la FNAC recorrí sus pasillos en busca de unos cuantos libros que pudieran saciar mi ansia consumista. Me compré unos libros que ya tenía en mente, pero luego me dediqué a buscar un libro que me pudiera interesar de manera espontánea e inesperada.
Caminando por la sección que, en aquel entonces, almacenaba los libros de bolsillo llegué a un libro en el que parecía que un filósofo español discutía acerca del origen y las funciones de su inteligencia.
Pero esta discusión no se sustentaba en la nada, en las divagaciones filosóficas que me habían enseñado en el Colegio. No no. Esta discusión se planteaba desde principios muy interesantes: investigaciones del campo de la psicología, la neurología y otras ciencias cognitivas. El libro parecía interesante, un "tour-de-force interdisciplinar" según la contraportada del libro.
Desde hacía tiempo, el tema de la inteligencia era un tema que me había llamado, era algo que quería investigar, por mera curiosidad científica. Así es como ese Proyecto vino a mi mente y el libro se presentó como una oportunidad perfecta.
Llevo tiempo ya preparando una crítica del libro. Mucho tiempo pensando un texto que pueda resumir de manera adecuada las ideas o sensaciones que el libro fue dejando sobre mi y las cosas que fue confirmando, como si el libro me dijera "mira, esto ya lo sabías".
Lamentablemente, y esto dudo que vaya a cambiar en mucho tiempo, no soy un divulgador a la altura de esta obra y no puedo expresar todo lo que el libro ha significado. Solo puedo tratar de hacer un pálido reflejo de lo que es.
Pero antes de empezar, una confesión. Este fue mi segundo intento de lectura del libro. La primera vez me resultó un libro lo suficientemente denso como para no poder pasar de la Introducción. Lo curioso es que a pesar de ello nunca fue un libro que me arrepintiera de comprar, como me puede haber pasado en otras ocasiones (y en la misma compra, además), sino que siempre lo miraba al iniciar una nueva lectura, pero no fue hasta ahora cuando me atreví de nuevo con él.
La introducción del libro es una refutación de las definiciones de Inteligencia más clásicas. La mayor parte de ellas resultan obvias, pero me quedo sin duda con lo que Marina llama la Inteligencia Computacional.
La Inteligencia Computacional es lo que la mayor parte de la gente identifica con la Inteligencia, la capacidad de manejar grandes capacidades de información o incluso resolver problemas de cierta complejidad. Este campo es lo que algunas áreas de la Inteligencia Artificial tratan de emular, mediante técnicas como los Sistemas Expertos.
Podría parecer que eso es lo que hacen las personas inteligentes (Einstein resolviendo el problema de la Luz, Verne escribiendo uno de sus geniales libros, un programador encontrando un problema en un programa o un panadero calculando la cantidad de harina a poner), pero para Marina la inteligencia va un paso más allá y no se define por el número de operaciones que realiza, sino por la capacidad de decidir qué operaciones va a realizar.
Es aquí donde entra el término Proyecto. Esos entes abstractos que la Inteligencia inventa para, a partir de ellos, dirigir sus acciones y que entran dentro del núcleo de la Teoría de la Inteligencia que Marina defiende.
A partir de esta Idea de Proyecto y de la Inteligencia como la capacidad de autodeterminar las acciones a realizar va desgranando el papel de cada una de las acciones cotidianas (hablar, mirar, recordar, moverse…) desde esta nueva óptica.
La Inteligencia se convierte, pues, en un signo, una herramienta, de libertad. La manera que posee el Ser Humano de liberarse de las ataduras propias de cualquier ser vivo, de sobreponerse a las limitaciones uqe le imponen los impulsos más biológicos, de ser capaz de interceptar esos comportamientos y orientarlos en una nueva vía, la que él mismo quiera.
Antes de que alguien comience a criticar lo que parece ser un ataque contra los instintos y una defensa por eliminarlos y convertimos en meros seres fríos y calculadores quizás fuera bueno comentar que esos impulsos no son, solo, aquellos que nos impulsan a abrazar a un ser querido, llorar viendo El Jardinero Fiel y otras cosas así de románticas.
La Inteligencia debe ser capaz de controlar los momentos en que nos creemos incapaces de hacer algo, los momentos en que la rabia nos impide pensar con claridad, los momentos en los que el miedo nos atenaza. Y no pasa nada si en ocasiones no podemos, porque ése es precisamente el Gran Proyecto de la Inteligencia, crearse a si misma.
¿Un extraño bucle? Quizás no tanto si no vemos a la Inteligencia como un único gran bloque, sino como muchas partes que pueden desarrollarse en diferentes facetas de la Vida.
Y si nos gustan los bucles, aquí va otro. Para que la Inteligencia (herramienta de Libertad) pueda desarrollarse, es necesario que la persona disponga de Libertad. Identifico esto con lo que alguno de mis amigos comentaba de la educación en "entornos controlados", donde equivocarse no supone ninguna grave consecuencia, lo que equivale a decir que tenemos Libertad para probar y fallar.
El libro termina con un puente tendido hacia otro libro, Ética para Náufragos, al razonar Marina que la principal tarea de la Inteligencia debería ser la creación de una ética.
Si algo de todo lo que habéis leído os ha parecido interesante puedo aseguraros que el libro lo es 1000 veces más. Si no os ha gustado achacádselo a este pobre intento de divulgación que he protagonizado hoy.
Espero que me deis la Libertad para equivocarme y mejorar. Parece que así es como la inteligencia se construye.
1 comentario:
Por cierto, el libro es Teoría de la Inteligencia Creadora.
Pequeño lapsus...
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