Todos tenemos una idea más o menos clara de lo que es el Vacío. La ausencia de algo. Un gran volumen.... Vacío. En el que no hay nada. Sí, eso. Nada. Éso puede ser lo más exacto para definir ese concepto.
Pero ahora llegan los astrofísicos y nos dicen que no. Que el Vacío no está tan vacío. Y no hablan de las pocas partículas que pueda haber pululando por el Vacío, sino de otras partículas que se generan espontáneamente en el Vacío y que, muy comúnmente, desaparecen tan rápido como han venido. Lo llaman Vacío Cuántico.
Para no violar las leyes de la termodinámica (lo que se enfadaría Homer), nos dicen que lo que se crea es un par partícula/antipartícula cuyo total de energía es 0 (una suma y la otra resta) y que, normalmente, suelen autodestruirse la una a la otra. Pero no siempre ocurre así e incluso hay teorías de creación del Universo partiendo de esta idea.
¿A qué viene todo este rollo? Bueno, no nos pongamos nerviosos, que solo han sido 3 parrafitos cortos. El caso es que hace un tiempo acudí a mi ceremonia de graduación. Lo que viene a ser ir al Edificio Histórico de la Universidad, a una Sala lujosa, a que te entreguen un diploma que realmente no es el diploma del curso y a que alguien dé una charla.
La charla no te viene dada por una sola persona, sino que son muchos los que hablan, cada uno con su tema. Unos dando publicidad de su proyecto empresarial (muy loable), otros pidiéndote que defiendas la profesión, otros que no olvides tu paso por la escuela y que sigas aprendiendo, otros que para esto se hace Universidad y otros que se alegran de estar formando personas.
He leído el resumen del acto en otros blogs ([1] y [2]) y hay un caso con el que no estoy demasiado de acuerdo (si se les echa un vistazo será fácil prever con cual).
El caso es que cuando llevas un tiempo cerca del Sistema Universitario te das cuenta de que ciertos discursos acerca de la docencia, la educación o la sociedad son en realidad un conjunto de palabras vacías que, a modo de partícula (la palabra) y antipartícula (los hechos), surgen de la nada y vuelven a ella apenas han transcurrido unos nanosegundos.
Resulta irónico que alguien que permita que se persiga a unos chicos que hablan de política y bromean o que parece más preocupado en su propia carrera que en los resultados que puede ofrecer a la sociedad sea capaz de decir que lo importante de la Universidad es crear personas, no sólo otorgar conocimientos.
Y no es que eso no sea verdad, claro. Lo peligroso de las palabras vacías es que resultan atractivas, utópicas incluso, y es que, como se van a destruir en un breve espacio de tiempo, y no quedará más rastro que un pequeño destello de luz ¿porque no decir cosas bonitas?
Eso quitó más valor aún a una ceremonia que, para mi, carecía de más propósito que el meramente efectista de alegrar a padres y abuelos, permitiéndoles ponerse bonitos y enarbolar el "título" del hijo/nieto, como si éste, por si solo, significara realmente algo importante.
Lo más simpático de la ceremonia fue que el rector me llamara por el nombre (algo que hasta donde sé solo hizo con otro de los afectados por cierta investigación
y conmigo) y que el Director de la Escuela me detuviera durante la entrega de diplomas para leer mi camiseta de Pi (gran regalo de mis amigos).
Este post ya tiene su tiempo (la ceremonia fue hace unos meses) y había decidido no ponerlo en el blog, ya que daba la impresión de ser una crítica salvaje y estúpida de una persona resentida por lo que le ha tocado vivir. Nada más lejos de la realidad, pero no quería publicar algo que solo diera esa impresión.
Sin embargo, ahora mismo me encuentro en la Euskal y el post ha adquirido una segunda parte, que me parece puede enriquecerlo, aparte de apartar sombras de sospecha.
En la segunda noche en la Euskal hubo un acto que parecía una inauguración oficial de la quinceava edición de la Euskal Encounter. Durante el acto hablaron diversas personas, entre las que se incluye una portavoz del Gobierno Vasco.
Si bien podría dar para un post hablar de los pequeños detalles del discurso, como que hablaran en Vasco, Inglés y Español (por ese orden), que el grupo que tocó luego cantara en Vasco (que idioma más poco lírico, cojón), que encendieran hogueras y nos pusieran música que parecía salida de El Último Mohicano, voy a continuar hablando sobre El Vacío.
La portavoz en cuestión estuvo hablando durante varios minutos alabando nuestra predisposición a trabajar en las nuevas tecnologías de la información, nuestra capacidad para hacer cosas productivas a la par que nos divertíamos, de la importancia de la informática y de este tipo de eventos...
En suma, palabras vacías que sirvieron para alargar un discurso en el que nos recordaron (bueno, a mi me lo hicieron saber) la increíble y titánica labor que ellos (el Gobierno de aquí) han llevado a cabo para asegurarse de que en todos los puntos de este País (supongo que se refería al País Vasco) las tecnologías de la información sirvan al Ciudadano eliminando todas las barreras y discriminaciones.
Porque es éste un detalle que se me olvidaba. En todos estos discursos vacíos hay un pequeño resquicio de contenido (en consideración al volumen total del discurso). Lo único que no desaparece, que no se desintegra, es el discurso sobre las bondades del que habla. Lo mucho que ha ayudado a construir ese ideal que describe con sus palabras vacías y que, probablemente, no sienta como suyo.
Lo hace la portavoz, lo hace el Rector, lo hace el Alcalde, y probablemente lo haga hasta yo. Cuidado con aquellos discursos que son vacíos. Coged las palabras e ideas antes de que se desvanezcan, pero nunca prestéis demasiada atención al que habla.
Tras escuchar que la Universidad debe formar gente crítica, responsable, que aplique sus conocimientos y que haga progresar a la Sociedad, solo puedo esperar haberlo escrito con el suficiente Estilo Universitario.
Si el mundo es la reconstrucción de lo que nuestro cerebro recibe, puede que el autor de este diario no exista y que solo sea una malinterpretación.
domingo, julio 22, 2007
lunes, julio 16, 2007
Filosofía Práctica
Desde el fin del Máster en Ingeniería Web y mi trabajo en Dana Software he podido relajarme y descansar un poco (aunque me está costando más de lo que creía).
Una de las principales consecuencias es mi recuperación por uno de mis grandes placeres, la lectura.
Tas la última lectura decidí no alejarme demasiado de los derroteros de la filosofía y esta vez seleccione un libro algo más sencillo, pero no por ello deja de ser ilustrativo, Más Platón y Menos Prozac, de Lou Marinoff.
Era la segunda vez que me prestaban el libro y la segunda vez que intentaba leerlo. La anterior tuve que devolverlo, al coincidir con una época de no-lectura, pero esta vez pude abordarlo sin problemas (parece la época de las segundas oportunidades de lectura...).
El libro es un intento por acercar la filosofía a los terrenos en los que se mueve el común de los mortales alejándola de los fríos salones de mármol en los que da la imagen de estar enclaustrada.
Así, el libro es una sucesión de capítulos en los que se aplican distintas filosofías a diversos temas, todo como resultado de experiencias de Marinoff (o colegas suyos) como consejero filosófico (como un psicólogo que piensa contigo, no te medica).
Realmente, solo la parte central (el grueso del libro) es así. La primera parte constituye una defensa de la filosofía como forma de vivir y de resolver problemas, en contraposición al modo de trabajo que tiene la psicología (el título del libro no deja mucho lugar a dudas).
Hay una frase con la que estoy bastante de acuerdo:
La segunda parte tan solo supone, entonces, un extenso repaso a problemas comunes que la gente afronta antes o después a lo largo de sus vidas. Reflexiones muy interesantes pero que, en la mayor parte de los casos (paternidad, conflictos éticos en el trabajo) me quedan demasiado lejanos como para engancharme de manera irremediable.
Hay partes que sí me quedan más cercanas. En particular hay un caso de un hombre que, de repente, se encuentra vacío en su trabajo. Ha tomado la determinación de dejarlo, pero no sabe qué ha de hacer a continuación.
Ahora mismo atravieso una situación parecida, con un año de máster en ciernes que es el más abierto de todos los años académicos que he vivido y en el que he de decidir cosas que pueden tener unos efectos decisivos.
El capítulo es un pequeño análisis sobre las ventajas que pueden ofrecer este tipo de momentos y cómo afrontarlos (que no superarlos). Si bien estos análisis suelen ser bastante superficiales se agradece que el autor haga una divulgación más ágil que la que requeriría un estudio detallado de cada caso, dejando en el lector la responsabilidad de profundizar.
La tercera parte habla de la práctica de la filosofía en grupo. Primero de la filosofía ejercida dentro de empresas u organizaciones y por último de la creación de cafés filosóficos.
Este concepto (reunir a un grupo de gente para que filosofe y confronte ideas acerca de temas) me resultó bastante... ¿fresco? Es algo que nunca había oído nombrar, pero que sí había vivido.
He asistido a bastantes conversaciones de café que tratan de temas más profundos y relevantes que el último programa de telecinco y nunca me dio por llamarlos Cafés Filosóficos. Quizás algún día hable más extensamente de estos cafés.
En resumen, ¿un libro recomendable? Depende. Como todo libro de divulgación depende del nivel que ya tengas en una materia para que éste sea recomendable, pero es un libro necesario.
Es un buen libro para extraer algunas enseñanzas filosóficas, de manera que si te consideras con una sobrada formación en el campo de la filosofía, puedes prescindir de la segunda parte.
Pero lo más destacable del libro es la enseñanza de que todo se puede afrontar desde un punto de vista filosófico, estudiándolo con detenimiento y que, si bien es cierto que hay problemas que pueden ser difíciles o imposibles de resolver, mediante el análisis te encontrarás en mejor disposición para enfrentarte a ellos.
En definitiva, la filosofía no es para un momento en concreto. No es algo que debamos usar en ámbitos cerrados. Con la filosofía se vive, se afrontan problemas. Sé un filósofo las 24 horas del día.
Si también vas sobrado de ésto, la primera y la tercera partes puede que te resulten prescindibles.
Personalmente, lo recomiendo. ¡Deja el Prozac! ¡Viva Platón!.
Una de las principales consecuencias es mi recuperación por uno de mis grandes placeres, la lectura.
Tas la última lectura decidí no alejarme demasiado de los derroteros de la filosofía y esta vez seleccione un libro algo más sencillo, pero no por ello deja de ser ilustrativo, Más Platón y Menos Prozac, de Lou Marinoff.
Era la segunda vez que me prestaban el libro y la segunda vez que intentaba leerlo. La anterior tuve que devolverlo, al coincidir con una época de no-lectura, pero esta vez pude abordarlo sin problemas (parece la época de las segundas oportunidades de lectura...).
El libro es un intento por acercar la filosofía a los terrenos en los que se mueve el común de los mortales alejándola de los fríos salones de mármol en los que da la imagen de estar enclaustrada.
Así, el libro es una sucesión de capítulos en los que se aplican distintas filosofías a diversos temas, todo como resultado de experiencias de Marinoff (o colegas suyos) como consejero filosófico (como un psicólogo que piensa contigo, no te medica).
Realmente, solo la parte central (el grueso del libro) es así. La primera parte constituye una defensa de la filosofía como forma de vivir y de resolver problemas, en contraposición al modo de trabajo que tiene la psicología (el título del libro no deja mucho lugar a dudas).
Hay una frase con la que estoy bastante de acuerdo:
Los mejores libros son los que te cuentan lo que ya sabes.Por ello disfruté mientras Marinoff explicaba parte de mi visión de la vida con experiencias, frases y puntos de vista que yo no había contemplado.
La segunda parte tan solo supone, entonces, un extenso repaso a problemas comunes que la gente afronta antes o después a lo largo de sus vidas. Reflexiones muy interesantes pero que, en la mayor parte de los casos (paternidad, conflictos éticos en el trabajo) me quedan demasiado lejanos como para engancharme de manera irremediable.
Hay partes que sí me quedan más cercanas. En particular hay un caso de un hombre que, de repente, se encuentra vacío en su trabajo. Ha tomado la determinación de dejarlo, pero no sabe qué ha de hacer a continuación.
Ahora mismo atravieso una situación parecida, con un año de máster en ciernes que es el más abierto de todos los años académicos que he vivido y en el que he de decidir cosas que pueden tener unos efectos decisivos.
El capítulo es un pequeño análisis sobre las ventajas que pueden ofrecer este tipo de momentos y cómo afrontarlos (que no superarlos). Si bien estos análisis suelen ser bastante superficiales se agradece que el autor haga una divulgación más ágil que la que requeriría un estudio detallado de cada caso, dejando en el lector la responsabilidad de profundizar.
La tercera parte habla de la práctica de la filosofía en grupo. Primero de la filosofía ejercida dentro de empresas u organizaciones y por último de la creación de cafés filosóficos.
Este concepto (reunir a un grupo de gente para que filosofe y confronte ideas acerca de temas) me resultó bastante... ¿fresco? Es algo que nunca había oído nombrar, pero que sí había vivido.
He asistido a bastantes conversaciones de café que tratan de temas más profundos y relevantes que el último programa de telecinco y nunca me dio por llamarlos Cafés Filosóficos. Quizás algún día hable más extensamente de estos cafés.
En resumen, ¿un libro recomendable? Depende. Como todo libro de divulgación depende del nivel que ya tengas en una materia para que éste sea recomendable, pero es un libro necesario.
Es un buen libro para extraer algunas enseñanzas filosóficas, de manera que si te consideras con una sobrada formación en el campo de la filosofía, puedes prescindir de la segunda parte.
Pero lo más destacable del libro es la enseñanza de que todo se puede afrontar desde un punto de vista filosófico, estudiándolo con detenimiento y que, si bien es cierto que hay problemas que pueden ser difíciles o imposibles de resolver, mediante el análisis te encontrarás en mejor disposición para enfrentarte a ellos.
En definitiva, la filosofía no es para un momento en concreto. No es algo que debamos usar en ámbitos cerrados. Con la filosofía se vive, se afrontan problemas. Sé un filósofo las 24 horas del día.
Si también vas sobrado de ésto, la primera y la tercera partes puede que te resulten prescindibles.
Personalmente, lo recomiendo. ¡Deja el Prozac! ¡Viva Platón!.
domingo, julio 08, 2007
La magia Wii
El jueves pasado, tras meses de excusas y demora, le trajimos a mi hermano la Wii para que disfrutara de ella durante un rato antes de tener una emotiva, a la par que típica, cena familiar.
Estaba todo planeado. Llegar, montar Wii, jugar un rato antes de cena, quejas por la adicción a los videojuegos, cena, riña por volver a ponernos a jugar en lugar de disfrutar de la familia, desmontar Wii, retirada y aguantar unos días la mala cara de mi madre (por su reticiencia a estos inventos del diablo).
Pero uno va de listillo y a veces se queda a cuadros. Por ejemplo, cuando terminamos de cenar y mi madre advierte que quiere jugar.
¿Cómo? El último juego al que mi madre jugó alguna vez fue el Kung Fu Master de la NES (dios, la WIkipedia tiene de todo).
Pues ni corta ni perezosa se puso a jugar a los bolos del Wii Sports y ganó de manera humillante para todos, sobre todo para mi hermano.
Tras una breve resistencia se convenció a la novia de éste para jugar y de repente toda mi familia estaba enganchada a un juego en que unos monigotes, sin brazos ni piernas, tiraban una bola hacia unos bolos sin una gran calidad gráfica.
Bolos, Golf, un emocionante combate de boxeo... Toda una noche de vicio que se vió interrumpida porque al día siguiente algunos tenían que madrugar, pero que significó uno de los momentos familiares más divertidos y entrañables que recuerdo.
A la mañana siguiente mi madre recordaba lo divertido que había sido mientras se quejaba del dolor en el brazo. Mi hermano fue a comer a casa para jugar y me mandó un mensaje en que detallaba la sudada que había pillado en el juego. Ayer Sábado mi hermano avisó de que vendría hoy a cenar y mi madre nos pidió llevar la Wii.
Pueden darme todos los datos técnicos que quieran. Si la Wii ha conseguido ésto es que algo tiene que está por encima de gráficos hiperrealistas, sonido 5.1 y juegos de complicada historia.
Estaba todo planeado. Llegar, montar Wii, jugar un rato antes de cena, quejas por la adicción a los videojuegos, cena, riña por volver a ponernos a jugar en lugar de disfrutar de la familia, desmontar Wii, retirada y aguantar unos días la mala cara de mi madre (por su reticiencia a estos inventos del diablo).
Pero uno va de listillo y a veces se queda a cuadros. Por ejemplo, cuando terminamos de cenar y mi madre advierte que quiere jugar.
¿Cómo? El último juego al que mi madre jugó alguna vez fue el Kung Fu Master de la NES (dios, la WIkipedia tiene de todo).
Pues ni corta ni perezosa se puso a jugar a los bolos del Wii Sports y ganó de manera humillante para todos, sobre todo para mi hermano.
Tras una breve resistencia se convenció a la novia de éste para jugar y de repente toda mi familia estaba enganchada a un juego en que unos monigotes, sin brazos ni piernas, tiraban una bola hacia unos bolos sin una gran calidad gráfica.
Bolos, Golf, un emocionante combate de boxeo... Toda una noche de vicio que se vió interrumpida porque al día siguiente algunos tenían que madrugar, pero que significó uno de los momentos familiares más divertidos y entrañables que recuerdo.
A la mañana siguiente mi madre recordaba lo divertido que había sido mientras se quejaba del dolor en el brazo. Mi hermano fue a comer a casa para jugar y me mandó un mensaje en que detallaba la sudada que había pillado en el juego. Ayer Sábado mi hermano avisó de que vendría hoy a cenar y mi madre nos pidió llevar la Wii.
Pueden darme todos los datos técnicos que quieran. Si la Wii ha conseguido ésto es que algo tiene que está por encima de gráficos hiperrealistas, sonido 5.1 y juegos de complicada historia.
Etiquetas:
familia,
ocio,
videojuegos educativos,
Wii
miércoles, julio 04, 2007
Zotero
A pesar de mis reticiencias habituales a escriir sobre temas meramente técnicos en el blog, me apetece comentar una herramienta que me encontré este mes pasado.
Fue durante la realización de los trabajos para la última asignatura del Máster, Nuevos Avances en Web Semántica. El trabajo consistía en la realización de dos artículos, bajo ciertas normas, referente a unos temas de Web Semántica.
Fue un trabajo de pura investigación, leyendo artículos sobre un tema del que no me considero un experto dominador para ver qué podía sacar en claro del asunto, navegando por Internet.
Aproveché para retomar uno de mis RSS más abandonado (pero no menos interesantes), el de Planet RDF, y llegué al blog de Iván Herman, en concreto a un post en el que hablaba de Zotero.
Zotero es una extensión de Firefox que te permite recopilar información acerca de artículos, libros, etc. mientras navegas por ellos via web.
De esta manera si uno llega, por ejemplo, a CiteSeer (Sitio en que se recopilan artículos y las citas que la gente realiza de ellos) y entra en un artículo particular aparecerá un icono en la barra de direccioens que el permitirá almacenar toda la información referente al artículo (en este caso llega hasta el nombre y apellidos de los editores).
Esta tontería es muy útil cuando estás navegando a través de miles de referencias, ya que pasados 5 minutos no recuerdas para qué servía ninguno de los artículos visitados.
Además, esta herramienta te permite exportar a distintos formatos entre los que se incluye el BibTex, lenguaje de bibliografías para LaTeX, por lo que incluir todos los artículos que has usado es tan simple como copiar y pegar.
Pero Zotero funciona en muchos más sitios y no estoy seguro de que hayan hablado con los desarrolladores de todos los sitios o que estos sitios ofrezcan, directamente, la capacidad de importar estos datos.
¿Cómo lo hacen entonces? Por lo que comentan en su documentación parecen basarse en el formato de las URIs para detectar que se encuentran en alguna página compatible ("ey, estoy en amazon") y en el análisis del código HTML de las páginas para detectar los campos más relevantes (en el caso de Amazón buscan <input> que tenga ciertos nombres, por ejemplo).
Este uso se parece bastante al que los microformatos (o RDFa en su defecto) proponen para la web semántica, el uso de ciertos atributos de HTML para incorporar semántica a las webs, de manera que un sitio cualquiera (éste, por ejemplo) pueda ser procesado por un programa (Zotero en este caso) para extraer cierta información (el título, tema y autor de los posts, por ejemplo) de manera automatizada.
Quizás fuera interesante la existencia de una ontología estandarizada (al menos reconocida universalmente) que estuviera soportada por esta herramienta, de manera que se pudiera incorporar a cualquier sitio, aunque quizás ya exista y todo sea cosa de investigar un poco más.
¿Habeis visto? ¿A que parezco profesional y todo ya? Bueno, investigador.
Fue durante la realización de los trabajos para la última asignatura del Máster, Nuevos Avances en Web Semántica. El trabajo consistía en la realización de dos artículos, bajo ciertas normas, referente a unos temas de Web Semántica.
Fue un trabajo de pura investigación, leyendo artículos sobre un tema del que no me considero un experto dominador para ver qué podía sacar en claro del asunto, navegando por Internet.
Aproveché para retomar uno de mis RSS más abandonado (pero no menos interesantes), el de Planet RDF, y llegué al blog de Iván Herman, en concreto a un post en el que hablaba de Zotero.
Zotero es una extensión de Firefox que te permite recopilar información acerca de artículos, libros, etc. mientras navegas por ellos via web.
De esta manera si uno llega, por ejemplo, a CiteSeer (Sitio en que se recopilan artículos y las citas que la gente realiza de ellos) y entra en un artículo particular aparecerá un icono en la barra de direccioens que el permitirá almacenar toda la información referente al artículo (en este caso llega hasta el nombre y apellidos de los editores).
Esta tontería es muy útil cuando estás navegando a través de miles de referencias, ya que pasados 5 minutos no recuerdas para qué servía ninguno de los artículos visitados.
Además, esta herramienta te permite exportar a distintos formatos entre los que se incluye el BibTex, lenguaje de bibliografías para LaTeX, por lo que incluir todos los artículos que has usado es tan simple como copiar y pegar.
Pero Zotero funciona en muchos más sitios y no estoy seguro de que hayan hablado con los desarrolladores de todos los sitios o que estos sitios ofrezcan, directamente, la capacidad de importar estos datos.
¿Cómo lo hacen entonces? Por lo que comentan en su documentación parecen basarse en el formato de las URIs para detectar que se encuentran en alguna página compatible ("ey, estoy en amazon") y en el análisis del código HTML de las páginas para detectar los campos más relevantes (en el caso de Amazón buscan <input> que tenga ciertos nombres, por ejemplo).
Este uso se parece bastante al que los microformatos (o RDFa en su defecto) proponen para la web semántica, el uso de ciertos atributos de HTML para incorporar semántica a las webs, de manera que un sitio cualquiera (éste, por ejemplo) pueda ser procesado por un programa (Zotero en este caso) para extraer cierta información (el título, tema y autor de los posts, por ejemplo) de manera automatizada.
Quizás fuera interesante la existencia de una ontología estandarizada (al menos reconocida universalmente) que estuviera soportada por esta herramienta, de manera que se pudiera incorporar a cualquier sitio, aunque quizás ya exista y todo sea cosa de investigar un poco más.
¿Habeis visto? ¿A que parezco profesional y todo ya? Bueno, investigador.
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