sábado, agosto 13, 2005

Charlie y la Fábrica de Chocolate

Siempre me da por analizar las cosas hasta la saciedad. Pero hoy no. Hoy solo sé tres cosas:


  1. Soy feliz.

  2. Nunca sabré por qué.

  3. No me importa.



Ayer fue el estreno de Charlie y la Fábrica de Chocolate*. Y pese a la falta de algunos amigos, fuimos corriendo al cine para verla cuanto antes.

Creo que iba totalmente predispuesto a dejarme maravillar por la extraña imaginación de Tim Burton y no esperaba nada más que una película que me entretuviera y me hiciera sentir bien durante la misma. No es que en otras películas me peguen ni nada por el estilo, simplemente es que las películas de Tim Burton me hacen sentir bien.

Recuerdo cuando el año pasado (creo que fue el año pasado) se estrenó Big Fish. Salí del cine extasiado y muy muy contento. La historia no era nada del otro mundo (lo cual no quiere decir que no tuviera su cosa), pero me hizo sentir bien y feliz como ninguna otra película lo consiguió en mucho tiempo.

Ese era mi reencuentro con Tim Burton. Eeduardo ManosTijeras o Bitelchus quedaban demasiado atrás en la memoria y sus últimas obras eran El Planeta de los Simios y Sleepy Hollow. Si bien la segunda me encanta por lo entretenida que se me hace, no es nada del otro mundo, así que Big Fish fue una maravillosa sorpresa.

Este año ya me pilló menos de sorpresa, pero aun así me pudo. Cuando acabó la película sentía una sensación de felicidad en la boca del estómago enorme. Tuve un pequeño reflejo de ponerme a analizarlo, pero apareció Willy Wonka detrás mio y me dijo "¿Por qué? Sólo se feliz.", así que haciendo caso a Willy y a Charlie, simplemente seré feliz, por eso este post es tan corto, porque no tengo nada que analizar, porque las golosinas no tienen sentido.

Gracias Tim Burton.

* NOTA: Esta película te hace liberar endorfinas lo que provoca una sensación muy parecida a la que se tiene cuando estás enamorado de alguien.

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