viernes, agosto 12, 2005

El curioso incidente del libro en la FNAC

Hace unos meses estaba yo en la FNAC con unos amigos cuando unos me señalan un libro* y me dicen "ey mira, pero si eres tú". Me acerco picado por la curiosidad y leo: A sus quince años, Christopher conoce todas las capitales del mundo, puede explicar la Teoría de la Relatividad y recitar los números primos hasta el 7507,.

Bueno, yo a los quince años no sabía nada de eso (y aún ahora, como mucho, puedo explicar la teoría de la relatividad, pero la restringida, no la general). Supongo que es lo que tiene crearse un aura de misterioso genio científico. Todo lo que digo sobre ciencia es cierto porque... yo soy el científico. ¿Tú quien eres? No veo tu chapa de científico ¿Artista? ¿Estoy opinando sobre un jodido cuadro de algún extraño artista contemporáneo francés? Entonces cállate. Como decía, la tierra tiene forma de tetraedro invertido...

pero le cuesta relacionarse con otros seres humanos. Oh vaya, la descripción del libro continúa, y eso ya no es simpático... Bueno vale, trataría de negarlo, pero es absurdo hacerlo a estas alturas. Llevo 90 y picos posts aquí y he tenido que pedir perdón por alguno de ellos, pero dejemos el pasado embarazoso.

Le gustan las listas, los esquemas y la Verdad. Bueno, algo parecido escribí tiempo ha, cuando hablaba sobre lo que me gusta que ciertas cosas sigan unas reglas.

Bueno, en resumen, me quedé intrigado por este libro, así que me lo compré tiempo después, cuando tenía que hacer un regalo (que, casualidades de la vida, fue este mismo libro).

El libro comienza muy bien. Christopher decide escribir un libro (por recomendación de un profesor) y escribe sobre lo que ha pasad en su vida últimamente, el asesinato de un perro de su barrio. A partir de aquí el niño comienza a montar en su cabeza una historia de misterio.

¿Por qué me gusta esto? Bueno, yo de pequeño tenía imaginación a raudales y unos amigos tan imaginativos y aventureros (he estado pensando 3 minutos eufemismos para 'estúpidos') como yo. Lo que hacíamos era ver algo peculiar (en el mejor de los casos) e inventarnos una historia alrededor de ello.

Jugamos durante bastante tiempo en una zona que se usaba para reparar máquinas de tren antiguas. Allí encontramos huesos, nos imaginamos cadáveres y hasta llegamos a entrevistarnos con el director de aquello para averiguar más sobre la historia antigua del lugar.

En otra época nos entreteníamos razonando sobre la existencia de pasadizos y tesoros en nuestro antiguo colegio y alguna cosa más que tampoco viene a cuento.

Por eso, esa parte del libro me gusta. Me recuerda a mí de pequeño (Christopher es algo más peculiar) y me entra así como modorra.

Hombre, supongo que es bueno abandonar ese mundo de imaginación para entrar en el mundo real, pero nunca me arrepentiré de las tonterías que llegué a hacer.

Por otra parte, el libro se intercala con capítulos muy buenos donde el niño va dejando salir su personalidad, e incluso un capítulo donde expone brevemente la teoría de la relatividad.

Entonces llegamos al núcleo del libro donde se descubre la verdad y el misterio es desvelado (misterio muy previsible, por otra parte). Esta revelación tiene consecuencias catastróficas en la vida de Christopher. No puedo detallar mucho pues a alguno de mis lectores igual le interesa descubrirlo por si mismo.

Aquí se acabó la aventura imaginaria. La realidad ha golpeado a Christopher. Podría parecer que el libro pierde algo de interés, pero Christopher se vuelve un niño inconsciente. No ignora lo que ha pasado, sabe que ha pasado, pero no está enfadado por ello. No está enfadado por aquello que ha pasado, sino porque ha pasado.

No sé si me explico. Es como si un amigo le robara la cartera a mi padre y yo me enfadara porque no me lo hubiera dicho, no porque le robara la cartera.

El libro continua y Christopher se muestra como un niño (lo que es), que ignora lo que pasa a su alrededor para fijarse solo en pequeños detalles, que puede llegar a exasperar a los que le rodean y que así, finalmente, logra mantener su inocencia infantil intacta, o casi. Eso yo lo hice bastante tiempo de pequeño, y aún ahora, a veces lo hago.

Así que, finalmente, Christopher se parece a mí sí, pero yo no sabía explicar la Teoría de la Relatividad, ni contar números primos hasta el 7507 ni recitar todas las capitales del mundo.




* NOTA: El libro es El curioso incidente del perro a medianoche.

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