domingo, diciembre 30, 2007

Decisiones

Otro año más pasa. A medida que el tiempo pasa uno siente que las cosas se van complicando. Que el temido momento en que dejaremos de estar jugando y comenzaremos a sentir las consecuencias de nuestros actos se acerca. Sueno a profeta anunciando el final de los tiempos, y eso no me gusta demasiado, me hace gracia.

El año pasado comentaba que éste sería un año importante, donde algunas decisiones irían marcando los caminos futuros que debería recorrer. Tras una primera mitad de año agotadora, dejé el trabajo-beca en el que me encontraba y hallé que estaba bastante más aliviado.

Esto, que era esperable, se mezcló con la sensación de haber estado fuera y haber vuelto a casa, con cambios que durante mi ausencia se me habían hecho imperceptibles, pero que ahora están para quedarse.

El mundo parece ahora un poco más oscuro que hace unos 18 meses. Menos alegre. Veo más resignación, más tristeza, más incertidumbre y más miedo. Es probable que todo sea una ilusión mía, que en mi interior albergo una sensación de intranquilidad.

¿Intranquilidad? Creo que la raíz es la sensación apocalíptica que comentaba en la primera línea. La sensación de que las decisiones que tome ahora marcarán el futuro de manera incontestable.

Me explico. Cuando comencé la carrera no sabía si me gustaría. Pero era una decisión fácilmente revocable. Haber perdido 6 meses o incluso un año, a mis 19 años, no suena como algo demasiado grave. Ahora ya es diferente.

En el Máster estoy en la rama de investigación, por lo que los próximos 6 (o 9) meses tendré que realizar un trabajo de investigación digno sobre un tema que me resulta interesante. La decisión del tema me parece acertada, al igual que la decisión del tutor (que además siento que está al otro lado de la pantalla), pero ya son decisiones que me tendrán atado.

Ahora tengo que ganarme la vida de alguna manera, pues no me siento capaz de seguir aprovechándome de mis padres y mi amor durante otros 9 meses. Pero la última vez que tomé esta decisión fue una mala decisión. Si me decido por una beca (o trabajo) puedo quedarme sin tiempo o energías para investigar, con lo que lo principal se volverá secundario. En este caso las consecuencias pueden ser bastante peores.

Por otra parte, me gustaría pasar una época lejos de Oviedo. Si me apuran, lejos de España. Estoy saturado de esta sociedad. Necesito sentir que en todas partes la sociedad es una mierda para poder asumirlo y comenzar a ignorarla. Y si no es así, también necesito sentir eso.

Pero irme es una decisión arriesgada. En primer lugar, porque no me pienso ir solo, pero no quiero arrastrar a nadie. En segundo lugar, porque el mundo es grande y yo no.

Mi intención, una vez terminado el trabajo de investigación, es seguir investigando. Seguramente el camino para ello sea el doctorado. Pero plantearse el doctorado en un sitio extranjero desconocido es arriesgado.

Son muestras de decisiones que pueden marcar una vida y que no estoy acostumbrado a tomar. De sobra sé que no hay otro remedio, que la vida es así, etc. Pero denme permiso para una pataleta de niño que no quiere crecer. Después de todo, espero merecerla.

Este miedo a tomar decisiones te lleva a parar. Refugiarte en otros asuntos. Dulivan lo explicitaba el año pasado al declarar:

Ay que joderse... con lo felices que eramos a los 18 cuando iniciamos esta andadura... quiero volver quiero volver!!


Soy consciente de que no se puede. Negar la realidad no hace que esta desaparezca, simplemente te hace estar desarmado cuando llega el momento. O más bien, que el momento pase y tú no te des ni cuenta, porque la vida no es un libro ni un videojuego.

La solución, aunque dolorosa, pasa por adquirir conciencia de uno mismo y tratar de caminar en la dirección que más te gusta. Hacer cosas día a día. Disfrutar. No tener miedo a hacerlo mal.

He sentido el miedo petrificarme. He sentido el deseo de sentarme, hacerme una bola y dejar que todo pase alrededor. Pero que ese es el camino fácil que no sirve, que al final solo sirve para acabar aún más amargado con la sensación de no controlar nada de lo que pasa.

¿Mi deseo? Que el año que viene avancemos. Que cuando sintamos que deseamos sentarnos, negarlo todo y desaparecer, seamos capaces de levantarnos y seguir caminando.

Dice José Antonio Marina en Anatomía del Miedo:

Valiente no es el que no siente miedo cuando hay peligro, ese es un inconsciente. Valiente es el que siente el miedo, pero es capaz de impulsarse a si mismo, sobreponerse y actuar a pesar de él.


(La cita no es exacta, que no tengo el libro aquí, pero la esencia es esa).

Así pues, no nos detengamos. No caigamos en la tentación de pensar que somos cobardes, que es inevitable que flaqueemos. No tomemos eso como una derrota, que no llega hasta después.

Y no nos preocupemos tanto por el futuro. Hagamos cosas pequeñas, orientémoslas hacia lo que nos gusta, y ya tendremos tiempo de lidiar con lo que venga y decidir sobre ello.

El hombre feliz está demasiado satisfecho con el presente como para pensar demasiado en el futuro.

Nunca pienso en el futuro. Llega demasiado pronto.
Albert Einstein

6 comentarios:

Abe dijo...

Pues a mí no me parece tan "fácilmente revocable" lo de elegir la carrera. O al menos otras decisiones como irse un tiempo fuera o elegir por dónde seguir me parecen igual de fácilmente revocables

Rochgs dijo...

Nada, nunca, marca el futuro de manera incontestable.

Guti dijo...

Nos pasamos.

Sí, aprendemos a no meter demasiado la pata, a no subirnos en un coche que conduce un amigo borracho porque si pasa algo ya no habrá marcha atrás, a no probar la heroína porque otros más duros y expertos no consiguieron salir nunca de ella, a estudiar para el examen porque si no lo preparamos nos arrepentiremos... Vale, eso está bien.

Pero acabamos creyendo que vivir es eso, un acto de control continuo. Que nuestra vida es una obra que construimos, y nos debemos a esa obra, para que al final nos den una buena calificación por ella.

Pues no. No es exactamente así. Las decisiones que más pueden marcar el futuro quizás las tome uno sin saberlo siquiera (salir de casa ahora y no cinco minutos más tarde), y las que le quitan el sueño son irrelevantes.

Todo lo que iba pensando al leerte ya lo has dicho tú mismo antes de acabar y ya lo ha dicho Einstein, pero vamos, que insisto. Ninguna de estas decisiones es tan grave. No hay por qué sufrir tanto. Roch también lo ha dicho. Y Roch es sabio :-)

Guti dijo...

Se me olvidaba: imprescindible tomárselo con filosofía. Decisiones, enorme canción de ese monstruo llamado Rubén Blades.

Anónimo dijo...

Siempre puedes sentarte a ver "El Gran Lebowski"...

Support IT dijo...

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