Durante meses sustituí los espacios en blanco por nuevos recuerdos. Mis viejas fotos se sutituyeron por alegres fotos de personas que conocia de siempre, al menos de mi "siempre".
En ese tiempo, mi única obsesión era agarrarme a aquello que sabía era cierto, que había estado allí antes y después del incidente para reconstruir mi vida. Sabía que no onseguiría hacerlo a un gran nivel. Sabía que los recuerdos no volverían solos, pero al menos quería poder continuar como lo hubiera hecho yo mismo. Aquel fatídio día quedaría atrás y sería un punto negro en mi vida del que no me acordaría jamás.
Ese ancla a la realidad es ella, Lucía. Era la única prueba de que yo existía y en ocasiones la única razón para hacerlo. Al principio le costaba mucho hablarme de nuestra relación, pero una vez que el susto hubo pasado pudimos estar juntos.
No pienso extenderme demasiado hablando sobre ella, pero creo de justicia nombrarla. Ella ha sido mi guía estos meses y me ha mantenido con vida. Es la única persona a la que debo explicaciones y para la que va dirigida esta carta. Ha inundado mi corazón de felicidad y no ha pedido nada a cambio. Al menos nada que una persona no pueda dar sin coste.
La vida era alegre. Al mes del accidente volví a mi antiguo empleo. Es irónico que, tras ese ángel humanizado llamado Lucía, la segunda cosa real que me encontrara fuera mi trabajo. ¿Como podía un hombre que a duras penas sumaba o que tuvo que recordar cómo se leía realizar un trabajo? Pero allí estaba, mi mesa, una chaqueta de falso cuero y mi silla.
e giró. Acarició una foto de su amada. Se levantó con decisión y se volvió a sentar con igual decisión. Llevaba días pensando. Los razonamientos se volvían cíclicos, pero cuando algo es tan importante no puedes salir hasta estar bien seguro de todo. Sin embargo, como en todo, la lógica y la razón no le ayudaban. Ella le había mentido.
Es lo único de lo que podía estar seguro. Nadie puede estar unido a una persona y no escribir sobre ella una mísera línea en su diario. Nadie puede tener a alguien tan maravilloso y no dar gracias a Dios.
Se volvió a levantar, la decisión ya estaba tomada. Caminó hasta el pasillo. Se detenía en todas las fotos que encontraba. verdaderos recuerdos, sí. verdadera felicidad, construida sobre falsos cimientos. ¿Acaso esto no lo arruinaba todo? ¿Como puede algo falso causar algo verdadero? ¡No, otra vez no!
Ella no era real... pero ¿por qué? ¿por qué hacer todo aquello? ¿qué había ganado?
- Oficial: ¿Más contento?
- Inspector: ¿Bromeas?
- O: Joder...
- I: ¿Qué nos ha dicho?
- O: Nos ha confirmado la historia de la carta.
- I: Lo cual nos lleva ados posibles interpretaciones, pero tú solo has cogido una.
- O: ¿Cuál es la otra?
- I: Si la mujer conoce la historia puede ser porque esta sea verdad o porque la haya escrito ella.
- O: ¿Ella? ¿Estás insinuando que esa mujer es la responsable de todo esto?
- I: Simplemente no quiero que cierres esa puerta. No puedo asegurar que sea así.
- O: "Lo que se afirma sin prueba se refuta sin prueba."
- I: No olvides que el recíproco también sirve.
- O: La mujer conoce la historia, nuestros hombres han confirmado la identidad en el accidente.
- I: Pero es una historia sin pies ni cabeza.
- O: ¿Qué?
- I: Un hombre pierde la memoria, pierde su pasado, y en lugar de tratar de recuperarlo ¡Lo ignora! Ese hombre no ha puesto un aviso, no ha comprobado las denuncias de desaparecidos. Por dios, en ese diario hay nombres y ciudades. Pero no hace nada.
- O: Estaría superado por la situación.
- I: Vamos... ¿Qué ocurre? ¿No es un caso importante?
- O: No es eso. ya lo sabes.
- I: Contesta entonces. ¿Dónde estaba ella?
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